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Actualizado: 22 de julio de 2025
Miraban aquel buque lo mismo que si fuese suyo porque venía de su país; aclamaban a las pequeñas personas alineadas en sus bordas creyendo reconocerlas; acogían como una respuesta a estos vivas el rugido apagado que llegaba hasta ellos por encima del mar.
Al día siguiente se trasladó el magnate, a pesar de las vivas representaciones de su huésped para que se quedase al menos mientras no llegasen los otros. Sorprendió vivamente a la población aquel traslado.
Te he dejado seguir porque quería saber á dónde ibas á parar. ¡Que yo no te amo! Ahora... ahora, don Juan, te crees enamorado de mi, y lo estás; estás loco... No vivo más que para ti. Es necesario que vivas para los demás; no eres dueño de ti mismo.
Pero el que cuenta el cuento tiene que decir que el gigante estaba tan alegre con el matrimonio de su amo que les iba poniendo su sombrero de tres picos a todos los árboles que encontraba, y cuando salió el carruaje de los novios, que era de nácar puro, con cuatro caballos mansos como palomas, se echó el carruaje a la cabeza, con caballos y todo, y salió corriendo y dando vivas, hasta que los dejó a la puerta del palacio, como deja una madre a su niño en la cuna.
Si este no solo necesita de sus propios principios, sino de otras verdades fundamentales por el encadenamiento que hay entre ellas, ¿cómo ha de ser buen Jurisconsulto el que no sea buen Filósofo? No extraño que GENARO, que conocia por dentro lo que anda en esto, haya empleado tan vivas y tan continuas sátiras contra los Letrados.
El padre del Don Lope encuentra á Don Fernando, lo confunde con su hijo, lo abraza con las más vivas demostraciones de alegría, y le comunica la noticia de haber heredado una cuantiosa fortuna que le ha tocado en suerte durante su ausencia.
No hay palabras para expresar cómo conocía y sentía Lope las cosas españolas. La historia verdadera y legendaria del país en general y de cada comarca y cada ciudad en particular; los usos y costumbres de cada región: todas las singularidades de la tradición y de la vida española de su tiempo estaban siempre presentes y vivas en el dilatado ámbito de su memoria.
Pero alzándose bruscamente comenzó a pasear con agitación por la estancia mientras decía gesticulando nerviosamente: ¿Y yo qué culpa tengo...? Quisiera, aun a costa de mi sangre, arrancarme de la imaginación estas escenas, pero ellas no quieren huir. Si por algunos momentos se eclipsan es para aparecer nuevamente más vivas, más crueles.
Tales declaraciones fueron acogidas con vivas muestras de aprobación. Introdúcese después repentinamente en los dominios del Derecho y hace gala de conocimientos poco comunes, sobre todo en Sarrió, en la ciencia de Triboniano y Papiniano. Al llegar a cierto punto, con una modestia que le honra mucho, dice: Lo que acabo de exponer, señores, no tiene ningún valor científico.
No estés triste... Voy a inclinar mi frente, para que en ella escribas tu pregunta en un beso. Un silencio doliente responderá con vivas ternuras hechas verso. No estés triste... Yo callo porque quiero que tú, en la sinfonía del silencio sagrado, percibiendo el lijero temblor del alma mía, me sientas a tu lado.
Palabra del Dia
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