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Actualizado: 22 de junio de 2025
Doña Luz, acompañada de su benigna amiga, estaba en una ventana baja, aguardando la aparición de la pompa y del triunfo, que se anunciaba ya por el resonar de los tiros y de los vivas.
Por desgracia, una cosa es sentir y otra expresar bien lo sentido. De este segundo don es del que carezco. El asunto es de sobrado empeño para mí. ¿He de salir del paso repitiendo en mala prosa lo que ya dijeron en todas las lenguas vivas y muertas, con número y melodía, los poetas buenos y medianos, desde Hesiodo hasta Gracian y desde Virgilio a D. Gregorio de Salas?
Luego, para que las cosas que habían oído se les quedasen más vivas en la memoria, hizo á sus neófitos cantar las excelencias de nuestra fe y los vituperios de aquellos dioses, en ciertas canciones que él mismo había compuesto en aquel idioma, de lo cual recibió tanto gusto y contento aquella buena gente, que las quisieron oir muchas veces para aprenderlas, con tanto empeño, que en gran rato no dejaron descansar á los cantores.
Calla, Sancho, y vuelve en ti, y mira si quieres venir conmigo, como te he dicho, a ayudarme a sacar el tesoro que dejé escondido; que en verdad que es tanto, que se puede llamar tesoro, y te daré con que vivas, como te he dicho.
Don Acisclo traía una carta ya abierta en la mano, y la agitaba con vivas muestras de satisfacción y de júbilo. El Padre Enrique ¿Qué hay? ¿Qué dice esa carta? ¿Qué grata novedad contiene? D. Acisclo, ¿le ha caído a V. la lotería? preguntó doña Luz. Mejor que eso, hija, mejor que eso contestó el interrogado . Lee tú misma y entérate y entregó la carta a doña Luz.
Y delante de la gran fuente, donde van por el agua los hombres y mujeres que los poetas de antes dicen que hubo en la mar, las nereidas y los tritones, llevando en hombros, como si fueran en triunfo, la barca donde, en figuras de héroes y heroínas, el progreso, la ciencia, y el arte dan vivas a la república, sentada más alta que todos, que levanta la antorcha encendida sobre sus alas.
¡Ay! hija mía, qué alegría me das... Al fin podré morir tranquila... No hables así, abuela adorada. Lo que hace falta es que vivas mucho tiempo... siempre. La abuela movió la cabeza con expresión de pena, y para no enternecerse más, me habló de la buena posición del señor Baltet, de sus gustos serios y de sus relaciones con el mundo de la ciencia. ¡Es alguien! dijo la abuela.
Unos la juzgaban de un modo y otros de otro; pero en general María excitaba vivas simpatías, y en mucha gente, sobre todo entre la plebe, ejercía cierta fascinación, como todo lo que es extraordinario y hasta cierto punto maravilloso. Pasaba por una santa.
Duraba aquel viento sur blando, templado, perezoso; a veces ráfagas vivas movían como sonajas de panderetas las hojas, que empezaban a secarse y sonaban con timbre metálico. Eran como estremecimientos de aquella naturaleza próxima a dormir su sueño de invierno. Ana oía ruidos confusos de la ciudad con resonancias prolongadas, melancólicas; gritos, fragmentos de canciones lejanas, ladridos.
Por clara y perfectamente comprensible que sea la filosofía de la identidad y de la diferencia, con sus contradicciones vivas é íntimas, con su unidad negativa de lo que está fuera de ella, que siendo, no es, y no siendo, es, con su manifestación sensible y no sensible, y la negación pura de sí misma, por lo menos en nuestra patria especulativa, no sería probablemente entendida en España, si suponemos que no ha de elevarse á esas alturas absolutas sino al cabo de algunos siglos.
Palabra del Dia
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