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La sorpresa de su esposo fue mucho mayor. Ordinariamente él se levantaba muy temprano como hombre de negocios que era, y apoyándose en su bastón iba hasta su despacho y allí trabajaba hasta las nueve, hora en que venía a desayunar al dormitorio con su mujer, que aún permanecía en la cama. Luego la ayudaba a vestirse sin llamar a la doncella y tornaba al escritorio.

La ciudad tiene algunos edificios notables, como el teatro, el palacio federal del Capitolio, etc. Me llamó mucho la atención la limpieza de la gente del pueblo bajo, cuya elegancia dominguera consiste en vestirse de blanco irreprochable. Es humilde, respetuoso y honesto.

Pero vuesa merced se vale de eso para vestirse con gran espacio, y yo rogaría á vuesa merced que abreviara, que la jornada es larga, la noche mala, y los caminos con tanto llover de los diablos. ¿Es decir que Madrid se me escapa? Fuera de Madrid va vuesa merced. Pues quien de Madrid me saca debe ser persona que puede.

Antes de subir a vestirse, Clementina dió una vuelta por el comedor: contempló la mesa con detenimiento y ordenó algunos cambios en los canastillos de frutos que sobre ella habían colocado.

Por lo tanto, sin renovación de los materiales del organismo, sin necesidad de comer, de dormir, de beber, de vestirse, eternamente igual, sin nada en que pensar, sin nada que hacer fuera de bostezar a pasto sin amor, sin odio, sin hijos, sin día y sin noche, sin bien y sin mal, sin pensamiento y sin acción, vale decir, sin conducta la más aburrida especie de vida que haya sido posible imaginar, o bien, con hambre y sed y sueño y odio y noche y calor o frío inextinguibles, que es decir, la más absurda.

Hacia las seis y media de la tarde, rehecho completamente por una buena siesta, pensó Delaberge que se acercaba el momento de la comida y procedió a vestirse y arreglarse esmeradamente, no por coquetería, sino por pura costumbre. Creía que una presencia irreprochable se impone a los funcionarios que representan a la Administración pública.

Acudió él en mangas de camisa, besó a su padre, que esperaba apoyado en el borde de la cama y, levantándole vigorosamente, le acomodó en la butaca: entre él y Leocadia le empujaron luego hasta el comedor, y le sirvieron el chocolate con buñuelos, que todos los domingos tempranito llevaba Pateta de casa de su protector. Cuando Pepe fue a concluir de vestirse, preguntó a su hermana: ¿Y mamá?

Pero al reconocerse bien despierta y al observar que continuaba el ruido, se incorporó en el lecho, puso atención.... Se oían pasos en la casa... tocaron suavemente a la puerta de su alcoba... sonó una voz.... Sola saltó instintivamente 25 de su lecho. Empezó a vestirse a toda prisa.... No acertaba a vestirse.... Soy yo.... Espera... un momento.... Espera que me vista....

Ahora bien: he aquí cómo trataban de establecer nuestro presupuesto la señora X... y su hija: » ¿Qué pensión piensa usted señalar a mi hija para vestirse? me preguntó mi futura suegra. » La que ella quiera respondí galantemente. » Muy bien continuó la señora X, Susana no es exigente. Ya sabe usted que se hace ella misma casi todos los trajes, y que no manda hacer más que los de ceremonia.

Comenzó á vestirse el doctor, después de largos desperezos y una rebusca lenta de sus ropas, entre los libros y revistas que, desbordándose de los estantes de la inmediata habitación, se extendían por su dormitorio de hombre solo.