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Actualizado: 23 de noviembre de 2025


Su amor por las cosas que concretaban una calidad exquisita de rareza o de arte era sobradamente sincero; pero sabía también que el culto ostensible de aquella pasión ponía una orla incomparable a la vida señoril, y, desde temprano sirviéndose de sus amigos de Milán y Venecia, comenzó a reunir en su casa un verdadero tesoro.

Costeáron la Francia, pasáron á vista de Lisboa, y se estremeció Candido; desembocáron por el estrecho en el Mediterráneo, y finalmente aportáron á Venecia. Bendito sea Dios, dixo Candido dando un abrazo á Martin, que aquí veré á la hermosa Cunegunda. Con Cacambo cuento lo mismo que conmigo propio. Todo está bien, todo va bien y lo mejor que es posible. Que trata de fray Hilarion y de Paquita.

Otro drama histórico, La conjuración de Venecia, del mismo poeta, se puso en escena en Madrid en el año de 1834, la misma semana en que promulgaba como Ministro el célebre Estatuto Real.

Que Manila podía ser una segunda Venecia nadie lo ignora. Tiene en lo que constituye sus arrabales, la vida y la actividad, donde refluyen las transacciones, la riqueza y casi casi nos permitiremos decir, que el buen tono. Hoy Manila también tiene buen tono. La moda lo mismo traspasa masas inmensas de granito, como grandiosos Océanos de agua salada.

«Fue a parar a Venecia dice Pacheco y a posar en casa del Embajador de España, que lo honró mucho, y le sentaba a su mesa, y por las guerras que había, cuando salía a ver la ciudad, enviaba a sus criados con él que guardasen su persona.

Ya no se formaban en Sarrió aquellas celebradas comparsas y cabalgatas, que llamaban la atención de toda la provincia, y hacían de esta villa una Venecia en miniatura. En otro tiempo, todos los vecinos tomaban parte en aquella inmensa, desenfrenada alegría. Los ricos no sólo proporcionaban sus coches y caballos, sino también abrían suscripciones para encargar trajes lujosísimos a Madrid.

Por la ventana, que daba al jardín, entraban perfumes de clemátida y el sol, al ocultarse en el horizonte por detrás de los bosques, se apagaba en un cielo matizado de rosa, verdoso y anaranjado. ¡Qué diferencia! decía Herminia, entre esta deliciosa comida y las que hacia en Rouxmesnil, entre mi tía y Bobart! ; ¡se acabó la tristeza! Mañana nos vamos á Florencia y Venecia.

Fray Juan de Santarén tomó parte en la conversación y exclamó: Lo que menos importa al bien de la cristiandad y del humano linaje es que decaigan Venecia y otros Estados de Italia a causa de los descubrimientos y conquistas de los portugueses. Más alto es el fin que estos han tenido y han de tener en lo futuro.

La noche había llegado y yo me encontraba sobre la cubierta de popa del Thames, mi domicilio marítimo hasta el día siguiente. La escena era admirable y me hizo recordar algunas lecturas sobre las noches hechiceras de Venecia.

Hay en Venecia buenos hoteles y cafés, tiendas elegantes, profuso alumbrado de gas, sociedad amabilísima y fácil, bibliotecas, muchísimos edificios notables, buenas librerías.

Palabra del Dia

vengado

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