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»Yo miraba al padre de Magdalena, y asustado de oír aquellas ideas que me parecían hijas del delirio, buscaba en sus ojos una respuesta a mis dudas y a mis inquietudes; pero él, con un ademán procuró tranquilizarme, y poco después abandonó el aposento. »Entonces Magdalena se inclinó hacia y dijome al oído: » Amaury, ¿quieres tocar aquel vals de Weber que bailamos juntos?

Muy de corazón aplaudió la habilidad y delicadeza que demostró su digno vástago cuando uno, y dos y tres jóvenes de lo más distinguido de la sociedad, se acercaron a ella solicitando el favor de un vals o cosa parecida, y fueron cortés y fríamente despedidos por la robusta alemana, que no bailaba porque... aquí una disculpa torpemente zurcida, pero mal compuesta con toda intención.

Gervasio, ahora las bandejas de dulces... ¡Coged uno de cada lado, mastuerzos! ¿Qué quiere usted, señor Anselmo? ¿Piden los muchachos que en vez de vals sea rigodón? Pues toque usted rigodón. A ver, pollos, que hay una porción de señoras en el tocador que no tienen pareja para salir. ¡Marcelino! ¿dónde se ha metido Marcelino?

A los ojos de Bettina, la vuelta de vals que dio, toma las proporciones de un crimen; es horrible lo que ha hecho. Y después no tuvo valor ni franqueza en la última conversación con Juan. El no podía, no se atrevía a decir nada, pero ella debió demostrar más cariño, más confianza. Triste y enfermo como estaba, no debió nunca dejarlo partir a pie. Debió haberlo retenido, retenido a toda costa.

«¡Hermoso pájaro esdijo toda la corte, y le pusieron el nombre de «gran pájaro internacional»: porque se usan estos nombres en China, pomposos y largos: pero cuando puso el emperador a cantar juntos al ruiseñor vivo y al artificial, no anduvo el canto bueno, porque el vivo cantaba como le nacía del corazón, sincero y libre, y el artificial cantaba a compás, y no salía del vals.

Pero Bettina les había concedido una vuelta de vals, y creyéndose irresistibles, esperaban haber hecho latir su corazón. Mas hasta entonces nada había hecho latir aquel corazón, y la respuesta para todos era la misma: ¡No!... ¡no!... ¡Todavía no!... ¡Siempre no!

Pero no estaba bastante lejos para que no llegasen hasta él los aires de un vals, cubriendo por momentos la voz sorda de la marea creciente. El ritmo de aquella turbadora música de baile se imponía a su espíritu enfermo y lo aniquilaba.

Y la elección de marido, como la elección de esposa, no debe ser una lotería. «Saqué novio de tal baile» es una frase corriente entre las muchachas. No, no; no hay que sacarse el novio de una vuelta de vals, sino de muchas vueltas del entendimiento; que el discurrir bien no excluye el sentir profundamente. Son los poetas los que han dicho que el órgano del amor es el corazón.

Mientras la dueña de casa se toma la cabeza entre las manos, éste ha abierto el piano, aquéllos han apartado la mesa del centro, uno, trepado en una silla, se ocupa de encender las velas de la araña superior, bien pronto suena un vals, la animación cunde, y cuando el dueño de casa vuelve de su partida de tresillo en lo de Silva o el Jockey, se le sale al encuentro agradeciéndole la amable fiesta que ha dado sin saberlo.

Bien sabía que él me amaba se dijo; pero ahora estoy segura de que yo también lo amo... ¡oh! ... yo también... De pronto, en uno de los grandes espejos de la puerta, vio reflejarse a los dos criados que estaban de pie inmóviles, junto a la mesa de encina del vestíbulo. Bettina dio algunos pasos en dirección al salón... Oyó alegres risas, y el vals que continuaba. Detiénese.