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Actualizado: 4 de junio de 2025
¡Un vagabundo, un ladrón, se la había jugado a él, a un hidalgo rico heredero de una casa solariega! Y lo que era peor, ¡esto no sería más que el principio, el comienzo de su carrera espléndida! Carlos, mortificado por sus pensamientos, no prestó atención a lo que hablaban; luego oyó un beso, y poco después las ramas de un árbol que se movían.
Era un tipo raro: perteneciente á una distinguida familia, vivía como un vagabundo, un mendigo; de raza española, se burlaba del prestigio que azotaba indiferente con sus harapos; pasaba por ser una especie de repórter y á la verdad sus ojos grises tanto saltones, tanto fríos y meditabundos, aparecían allí donde acontecía algo publicable.
Maltrana añadió, después de una breve pausa: También existe otro embuste legendario: la muerte de Colón en Valladolid, en plena miseria, pobre víctima de la ingratitud del rey Fernando. ¿Qué más podía hacer éste por él? El antiguo vagabundo era Almirante, cargo el más honorífico de la nación, pues lo había creado un monarca para uno de sus tíos.
Es uno de ellos el oso pescador, desabrido, vagabundo bajo su valiosa piel y su gordura, que le permite ayunar á intervalos. El otro, de aspecto singular, á cierta distancia parece un pez sentado sobre su cola, pez mal conformado y desmañado, con largas nadaderas colgantes. Este semi-pez es el hombre. Ambos se ventean y se buscan: los dos están hambrientos.
Mira tú; mientras no se suprima eso de que los ex ministros tengan treinta mil reales... Yo no sé cómo no se les ocurren estas cosas... Señor, que no podemos con la Hacienda, que hay déficit. ¿Pues qué más tiene usted que quitar tanto empleado vagabundo?... Señor, que la política... Pues fuera política... Si quisieran, todo lo arreglarían bien.
Todas esas pinturas inapreciables, esos hermosos muebles, gabinetes e incomparables bric-a-brac, habían sido comprados con el producto del misterioso secreto; de ese secreto que en el corto espacio de cinco años había transformado en millonario al vagabundo extenuado y sin hogar.
Entonces, todo va bien. Se subió al herido durante este tiempo y la joven volvió cargada de fundas de almohada, sábanas, mantas.... Sería preciso tratar de averiguar con quién nos las habemos, sin embargo, dijo la señorita Guichard, con un resto de desconfianza; porque, al fin, le hemos recogido en medio del camino y acaso es un vagabundo. No tiene absolutamente trazas de eso, dijo Herminia.
Marqués era el perro de Tellagorri, un perro chiquito, feo, contagiado hasta tal punto con las ideas, preocupaciones y mañas de su amo, que era como él; ladrón, astuto, vagabundo, viejo, cínico, insociable é independiente. Además, participaba del odio de Tellagorri por los ricos, cosa rara en un perro.
Creía oír aún los gemidos del mozuelo pataleando en la cubierta: «¡Yo no quiero morir! ¡Yo quiero ir a Buenos Aires!...». El vagabundo de los puertos tenía la misma ilusión que él y casi todos los que habitaban las cubiertas superiores. Dormitando entre los fardos y barricas de un muelle, había visto también a la diosa alada y sin cabeza; había sentido la caricia de la esperanza.
No era esto más que la repetición de una eterna historia: la del rey disfrazado y vagabundo enamorándose de la pastora y dándola su mano... Y él no era un rey ni estaba disfrazado, sino en una situación de miseria verdadera.
Palabra del Dia
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