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Actualizado: 4 de julio de 2025


El asceta se convierte en caudillo y en esta tercera parte de su vida, el vagabundo apedreado por la chiquillería, toma aires de vice-papa, se hace llamar general por los suyos, reside en Roma entre los príncipes, interviniendo en las complicadas intrigas europeas, y muere satisfecho de su poder y de haber salvado momentáneamente al catolicismo conservándole los pueblos latinos.

Vió un automóvil de alquiler, un automóvil de París, con su taxímetro en el pescante. El chauffeur se paseaba tranquilamente junto al vehículo, como si estuviese en su punto de parada. No tardó en entablar conversación con este señor que se le aparecía roto y sucio como un vagabundo, con media cara lívida por la huella de un golpe.

Un asno extraviado, suelto de su recua, comiose las escasas hierbas de su alrededor, y limpió de polvo con sus resoplidos el lecho del hombre tendido; un perro vagabundo, con aquella profunda simpatía que siente la especie por los borrachos, después de lamer sus empolvadas botas, se había echado a sus pies, y yacía allí guiñando un ojo a la luz del sol; a manera perruna, adulaba con la imitación al humano compañero que había escogido.

Tienen el mismo génio vagabundo que los Taluheches, y no son mas numerosos, por haber sido destruidos en sus ataques con los españoles, tomando parte algunas veces con los Taluheches, otras con los Peguenches, y haciendo solo frecuentemente sus incursiones, sobre las fronteras de Córdoba y Buenos Aires, desde el Arrecife hasta Lujan, matando los hombres, cautivando las mugeres y niños, y robando el ganado.

Le venían siguiendo: alguien intentaba sorprenderle traidoramente por la espalda. Pero esta sospecha duró poco. Tal vez fuese algún perro vagabundo que huía al sentir su aproximación. En fin: lo cierto era que alguien huía de él, fuese quien fuese, y nada tenía que hacer allí.

Recordó un sinnúmero de antiguas é inconfesables amistades que tenía en Barcelona: mujeres que había conocido en otros tiempos, entre dos viajes, sin pasión alguna, por su curiosidad de vagabundo ansioso de novedades. Tal vez una de ellas le había visto en la Rambla, enviándole á esta intermediaria para reanudar viejas relaciones.

No era muy agradable, ciertamente, verse seguido con tanta persistencia a semejante hora. Sospeché que algún vagabundo o ladrón que había pasado junto a , había notado mi distracción y olvido de lo que me rodeaba, y se había vuelto para seguirme con mala intención.

Una noche dejé a Reginaldo en el Devonshire, a eso de las once y media, y me encaminé a través de las calles húmedas y nebulosas de Londres hasta que llegué adonde el bullicio del tráfico cesaba, los coches arrastrábanse lentamente y sólo pasaban de cuando en cuando, y las húmedas y fangosas calzadas y aceras quedaron a disposición del policía y del pobre y tembloroso vagabundo sin hogar.

Rudos vaivenes de fortuna le habían hecho pasar de una abundancia absurda á una miseria de vagabundo. Pero evitaba hablar de sus aventuras en otros países y sus relatos eran siempre sobre la vida que había llevado en Patagonia. No podía olvidar un horrible sed sufrida en aquella altiplanicie que empezaba al borde de la cortadura del río Negro, extendiéndose hasta el estrecho de Magallanes.

Quise en Argentina cultivar la tierra, pero fracasé completamente, y volví al periodismo vagabundo, lo que me hizo marchar de República en República, siempre hacia el Norte. No recordemos esta época de literatura ambulante y servil. Otro, tal vez estaría orgulloso de ella, y hasta escribiría sus Memorias.

Palabra del Dia

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