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Actualizado: 28 de junio de 2025
Aún estoy vacilante, pero por momentos creo oír lejana música y voces suaves que desde una región desconocida y llena de misterios me llaman, me atraen y promueven en mí embriaguez y furor y apetito de ir a unirme con ellas. Adiós. Me pesan los párpados y van a cerrarse mis ojos. Aún persisto en la indecisión; no sé si beberé del pomo y mis ojos quedarán cerrados para siempre.
Años ha que esta sed de amor supremo acude a mi alma y me excita a buscarle fuera de la vida que hoy vivo. Pero antes había un fuerte lazo que a esta vida me ligaba, y ahora está desatado. Lucía me abandonó para unirse con su esposo eterno. ¿Por qué no he de volar yo también a unirme con mi eterno esposo? Mil veces antes de ahora han surgido en mi alma pensamientos y deseos de muerte.
Ligero o pesado, mi amor es como yo, y yo soy como la naturaleza me ha hecho. El gozo de unirme a ti no es bastante poderoso para cambiar mi condición... No te esfuerces tanto, porque si no estás satisfecho y no esperas ser feliz, yo te devuelvo tu palabra.
Me tenía destinada la hija de un propietario de Lúzaro, más vieja que yo, feúcha, flacucha y mística. Yo, la verdad, no estaba muy decidido. Sabido es que los marinos no somos modelo de amabilidad ni de sociabilidad. La perspectiva de los viernes con vigilias y abstinencias, que me prometía el destino, de unirme con Barbarita, así se llamaba la candidata de mi madre, no me sonreía.
Y todo esto es mío pensaba Carlos , mío sólo en el mundo, y para siempre; porque envejeceremos juntos; las arrugas surcarán esa cara fresca y aterciopelada; esos anillos de ébano se convertirán en bucles argentinos decía él pasando su mano por la sedosa cabellera de Anita , y vieja, abuela ya, se extinguirá en una serena tarde de otoño, en medio de sus nietos, y sus últimas palabras serán: «Voy a unirme contigo, Carlos mío». ¡Oh! sí, sí, porque yo habré muerto antes que ella... Pero, de aquí allá, ¡qué porvenir! ¡qué hermosos días!
Pesaban estas consideraciones de tal modo en mi ánimo, que me vino la idea de abandonar en las garras de don Oscar, como precioso vellón, la mitad de la dote de Gloria, con tal de unirme pronto a ella y obtener la otra mitad. Confieso que este proyecto duró poco tiempo en la cabeza. ¡La mitad de la dote! ¡Cincuenta mil duros! Y de un golpe rebajé la cifra a la mitad.
Perderá la corteza de las viles pasiones que el mundo le ha enseñado. Estoy tan interesada en su salvación, que quiero unirme á ella para toda la vida y salvarla conmigo. ¡Os aseguro que así será! Amadla vosotras, que Dios manda amar á los pecadores, sobre todo cuando están arrepentidos. ¿No es verdad que estás arrepentida, hermana? No se oyó ninguna respuesta.
No me hago peor de lo que soy; pero si los demás no tienen la conciencia de mi decadencia, yo la tengo, indestructible. Este sentimiento disputaría la vida a la fe. Ante la tumba de la hermana de usted, cuando usted se hallaba lejos, cuando no sabía lo que sucedería entre nosotros, pensé en unirme a usted con un sentimiento fraternal. Ahora veo que aun esto nos está prohibido.
¡Querida amiga!... ¡Bobart! tú tienes la culpa de todo lo que ha sucedido. ¡Me has aconsejado estúpidamente!... ¡Yo no he.... Y cuando era necesario mostrar energía, has sido blando como papel mascado.... ¡Sin embargo!... El único partido que yo podía tomar era unirme sinceramente á la joven pareja y reconciliarme con Roussel.
Había ya dado muerte a un hombre, de noche y traidoramente, y a otro más bien por suerte que por maña. Pero a pesar de ser Ruperto tan gran villano, me repugnaba la idea de unirme a la turba que lo amenazaba para matarlo. Quizás fuese esta la causa. Por otra parte, me fascinaba la curiosidad, el vivo deseo de presenciar el fin de aquella escena.
Palabra del Dia
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