United States or Equatorial Guinea ? Vote for the TOP Country of the Week !


«D. Álvaro de Sande, claro por mil hechos y mil jornadas, que siendo tesorero de Plasencia, como Aquiles dejó las faldas largas y empuñó la espada y lanza, y saltó en ser soldado, siendo cercado en los Gelves de una poderosísima turquesca armada, defendió el hechizo fuerte tres ó cuatro meses, sin se le poder entrar con muchos y muy terribles asaltos, en los que mató infinitos turcos que quedaron por ahí tendidos en el campo.

Á los 10 de mayo, á hora de Vísperas, llegó Fray Copones, inviado por el gran Maestre en una fragata con la nueva que la armada turquesca había estado en el Gozo, que pluguiera á Dios que tal nueva no llegara, que ciertamente fué causa de la perdición que sucedió al armada de los cristianos, que otramente, todos estaban seguros y firmes, y jamás acaeciera semejante desgracia; y según esta nueva, todos hacían cuenta que dentro de dos días á lo más largo la armada turquesca parecería, y así Su Excelencia hizo toda la diligencia posible para embarcarse aquella noche con todo el resto, y no fué posible hasta el día, porque los alemanes le daban gran pesadumbre y trabajo, que no estaban aún determinados de quedar en el fuerte, ni se habían podido acordar; y entendiendo ellos que Su Excelencia quería ir á hablar con el señor Juan Andrea Doria á las galeras, para dar la mejor expedición que acordasen, los sobredichos alemanes tomaron la palabra á Su Excelencia que sin ellos no se fuese, y fué fuerza que Su Excelencia se lo prometiese y la cumpliese después, cosa por cierto muy conviniente y de gran valor, que un Príncipe cumpla aquello que promete, mayormente no habiendo sospecha de contrario suceso; y así Su Excelencia se embarcó y fué á donde estaba el señor Joan Andrea Doria, dejando en tierra á Alvaro de Sande para que diese órdenes en las cosas que fuesen menester, el cual dicen que se echó en la cama á reposar.

Pero lo más singular de aquel singularísimo hombre era su vestido, a la manera de los de Carnaval, consistente en pantalones a la turquesca, atacados a la rodilla, jubón amarillo y capa corta encarnada o herreruelo, calzas negras, sombrero de plumas como el de los alguaciles de la plaza de toros y en el cinto un tremendo chafarote, que iba golpeando en el suelo, y hacía con el ruido de las pisadas un compás triple, cual si el personaje anduviese con tres pies.

Era un antiguo episodio del desastre de los Gelves. Hablaba despacio, con acento semejante al son de un atambor destemplado, y más de una vez sus ojos se humedecieron al recordar las vergüenzas de aquella jornada. Describía el desorden y la fuga de las naves cristianas al presentarse de improviso la armada turquesca.

Visto que nuestra armada era rota y desbaratada y que toda la gente de las galeras que habían encallado, y las que habían venido á la vuelta del castillo, se echaban á la mar é venían nadando, quién con barril, quién con pavés y quién á fuerza de brazos, y que cada uno se daba priesa á tomar tierra á lo menos cerca, creyendo que los moros que parescían en la marina, que no eran pocos, eran amigos; pero como vieron el armada turquesca victoriosa, y que para disculparse de lo que habían jurado pocos días había, que era vasallaje y fedelidad á V. M., era bien poner las manos en los cristianos, lo comenzaron á hacer de manera que fué menester que el Duque me mandase que fuese con gente á socorrer á los que venían á salvarse á tierra.

Dos esclavas de Italia la servían de rodillas. La más joven sabía alargar los ojos con el kohl, a la usanza turquesca. Llevaba aretes enormes y un turbante verde con listas gualdas y purpurinas. Era lánguida y rubia, como una virgen del Sanzio.

Y, como ya habréis, señores, oído decir que el Uchalí se salvó con toda su escuadra, vine yo a quedar cautivo en su poder, y solo fui el triste entre tantos alegres y el cautivo entre tantos libres; porque fueron quince mil cristianos los que aquel día alcanzaron la deseada libertad, que todos venían al remo en la turquesca armada.