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Actualizado: 10 de junio de 2025
Dolor, angustia, aprieto y agonia, Aguas y huracán, mar, torbellino, Las naves traen en torno condenadas, Al fondo y en la costa desrumbadas. Pilotos y maestres, marineros, Grumetes, pages, frailes y soldados, Mugeres y muchachos, pasageros, Andaban dando voces muy turbados.
17 Sean afrentados y turbados para siempre; y sean deshonrados, y perezcan. 18 Y conozcan que tu nombre [es] el SE
Y como nos quedásemos turbados, ella roja, yo rojo también, mirándonos con ojos brillantes, la condesita nos dijo en tono protector: Vamos, dense ustedes la mano y no haya más regaños. Me apresuré a coger la mano de mi adorada y la aprisioné entre las mías largamente.
«Y el... padre de mi... hijo que... muy pronto... no tendrá tampoco... madre... Las sílabas implacables se desarrollaban ante sus ojos turbados con su movimiento automático y continuo. Pero no, se engañaba.
Intentaba sonreír como sí tomase a broma las palabras de Juanito, pero estaba ruborizada; se había detenido mirando al suelo, y tan turbados estaban los dos en medio de la calle, que el paraguas los dejaba al descubierto y la lluvia caía sobre sus hombros. El silencio era penoso. Juanito estaba asustado por la seriedad de Tónica. La costurera reflexionaba, y al fin habló.
Y aun en esta segunda navegación fué con sus compañeros apresado de los ingleses, que disparando una bala de artillería para pedir bandera, dió el golpe muy cerca del lugar donde venía el P. Blende, que con los demás se prevenía para la muerte, caso que se llegase á rompimiento, para que á toda priesa se prevenían las armas; y aun en este caso, en que turbados todos con el peligro de muerte, andaban en continuo susto y sobresalto, él, con una serenidad de rostro angelical, después de haber echado á todos los Jesuitas y otras personas de su posición, hombres y mujeres, que se habían refugiado á la Cámara de Santa Bárbara, la absolución general, se puso muy despacio á oir las confesiones de algunos que se pudieron confesar.
17 La semilla se pudrió debajo de sus terrones, los alfolíes fueron asolados y destruidos; porque se secó el trigo. 18 ¡Cuánto gimen las bestias! ¡Cuán turbados anden los bueyes de los hatos, porque no tienen pastos! También son asolados los rebaños de las ovejas.
¡Nunca! ¡jamás! replicó Ester fijando las miradas, no en el Sr. Wilson, sino en los profundos y turbados ojos del joven ministro. Está grabada demasiado hondamente. No podéis arrancarla. Y ¡ojalá pudiera yo sufrir la agonía que él sufre, como soporto la mía! Habla, mujer, dijo otra voz, fría y severa, que procedía de la multitud que rodeaba el tablado. Habla; y dale un padre á tu hija.
Crecía en tanto la luz de la mañana, que por las pintadas vidrieras en el templo penetraba, y como doña Guiomar, sofocada por el calor, que le hacía, y bueno, aquella mañana, sin que a templarle bastase el fresco ambiente de la catedral, se levantase el velo, Miguel de Cervantes acabó de perderse, ganado por la peregrina y casi sobrenatural hermosura de la hermosísima indiana; y tanta codicia fue en los ojos de Miguel, que adelantó para ponerse más cerca, y como si el alma, que se le salía por los ojos e iba a buscar su deleite en aquella grandísima hermosura, hubiese tenido algo de hechizo y encantamiento, doña Guiomar volvió la cabeza, ni más ni menos que si la hubieran llamado, y sus lucientes ojos negros, con todo su esplendor, fueron a dar en los ya turbados ojos de Cervantes, que se sintió en el corazón herido, y sintió miedo y escapó, huyendo por la primera vez de un enemigo; que bien puede llamarse enemigo a aquel que, apenas visto, la voluntad nos roba y a la suya nos somete, y nuestra libertad cambia en esclavitud ansiosa, llena de dudas y sobresaltos; que ver lo que para nosotros es un tesoro largo tiempo codiciado, sin tener a la par la certeza de su posesión, en espanto nos pone, y nuestro cuidado afanoso y nuestro sobresalto causa.
Facundo pasa sin mirarlos; síguenle a la distancia, turbados, mirándose unos a otros en la común humillación, hasta que llegan al centro de un potrero de alfalfa, alojamiento que el general pastor, este hicso moderno, prefiere a los adornados edificios de la ciudad.
Palabra del Dia
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