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Actualizado: 20 de julio de 2025


Capítulo XIV. Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque Entre muchas razones que pasaron don Quijote y el Caballero de la Selva, dice la historia que el del Bosque dijo a don Quijote: -Finalmente, señor caballero, quiero que sepáis que mi destino, o, por mejor decir, mi elección, me trujo a enamorar de la sin par Casildea de Vandalia.

Vuelve allí los ojos a aquella cuadrilla de sastres que están acabando unas vistas para un tonto que se casa a ciegas, que es lo mismo que por relación, con una doncella tarasca, fea, pobre y necia, y le han hecho creer al contrario con un retrato que le trujo un casamentero, que a estas horas se está levantando con un pleitista que vive pared y medio dél , el uno a cansar ministros y el otro a casar todo el linaje humano; que solamente , por estar tan alto, estás seguro deste demonio, que en algún modo lo es más que yo.

Encargóse Sancho de hacerlo así como se le mandaba, y de traerle tan buena respuesta como le trujo la vez primera. -Anda, hijo -replicó don Quijote-, y no te turbes cuando te vieres ante la luz del sol de hermosura que vas a buscar. ¡Dichoso sobre todos los escuderos del mundo!

Mas el mesmo Dios, que socorre a los afligidos, viéndome en tal estrecho, trujo a mi memoria un pequeño remedio; que, considerando entre , dije: "Este arquetón es viejo y grande y roto por algunas partes, aunque pequeños agujeros. Puédese pensar que ratones, entrando en él, hacen daño a este pan. Sacarlo entero no es cosa conveniente, porque verá la falta el que en tanta me hace vivir.

¿Trujo la tierna paloma En el pico de clavel Al arca la verde oliva Y á el funesto ciprés? ¿Cerca en su claustro al varón Aquella fuerte Mujer, Que en mi soberbia cerviz Me dicen que pondrá el pie, Quedando virgen y madre Del mismo que su Padre es? ¿No hablas? Respóndeme, Abre esos labios, pronuncia Mi muerte...

Y había dado tantas cuchilladas en los cueros, creyendo que las daba en el gigante, que todo el aposento estaba lleno de vino; lo cual visto por el ventero, tomó tanto enojo que arremetió con don Quijote, y a puño cerrado le comenzó a dar tantos golpes que si Cardenio y el cura no se le quitaran, él acabara la guerra del gigante; y, con todo aquello, no despertaba el pobre caballero, hasta que el barbero trujo un gran caldero de agua fría del pozo y se le echó por todo el cuerpo de golpe, con lo cual despertó don Quijote; mas no con tanto acuerdo que echase de ver de la manera que estaba.

Quiso, pues, el diablo, que nunca está ocioso en cosas tocantes a sus siervos, que yendo a vender no qué ropa y otras cosillas a una casa, conoció uno no qué hacienda suya. Trujo un alguacil y agarráronme la vieja, que se llamaba la madre Labruscas. Confesó luego todo el caso y dijo cómo vivíamos todos y que éramos caballeros de rapiña.

Llegóse, pues, la hora del cenar, recogióse a su estancia don Quijote, trujo el huésped la olla, así como estaba, y sentóse a cenar muy de propósito.

Era tan sorda que no oía nada; entendía por señas; ciega, y tan gran rezadora que un día se le desensartó el rosario sobre la olla y nos la trujo con el caldo más devoto que he comido. Unos decían: «¡Garbanzos negros! Sin duda son de Etiopía». Otro decía: «¡Garbanzos con luto! ¿Quién se les habrá muertoMi amo fue el primero que se encajó una cuenta, y al mascarla se quebró un diente.

Palabra del Dia

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