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Actualizado: 1 de junio de 2025


El señor Smiles traspasó su establecimiento, yo abandoné mi empleo, y, en compañía de Allen, los tres bien armadas, fuimos a Las Palmas. Aquí alquilamos una goleta, con tripulación y todo, y nos dirigimos al río Nun.

De los cuatrocientos hombres que salieron con Ursúa, no le quedaban a Lope mas que ciento cincuenta, y de éstos, muchos iban, por días, desertando. Aguirre, al verse sin la tripulación necesaria para sus barcos, les pegó fuego, y luego se refugió, con su hija y algunos compañeros fieles, en las proximidades de Barquisimeto, de Venezuela.

Al hacerlo comprendimos que la tripulación estaba alborotada; pudimos retirar las bombas sin que nos atacaran. Los marineros fueron a ver al capitán enardecidos, como locos, con los ojos inyectados, fuera de las órbitas. El capitán repitió varias veces que no había agua, que se contentaran con la media ración. Dicho esto se sentó cerca de la ballenera a charlar con el doctor Cornelius.

Entonces se dedicó al comercio del ébano. Zaldumbide llevaba a la tripulación muy derecha, sin que nadie se le desmandara. Los domingos deseaba que se celebrasen convenientemente, y en estos días se ponía una levita azul, que él llamaba la nueva, y paseaba por la cubierta.

Melia quiso rehusar, pero, ¿cómo resistir a su dulce amigo? ¡Vivan los camaradas y los bravos hijos del capitán de El Gavilán! dijo Kernok después de haber bebido. ¡Hurra! contestó la tripulación en voz fuerte y sonora. La orgía había llegado a su apogeo.

Van-Stael era un marino valiente y un hombre de gran energía, y la tripulación no lo ignoraba. Profundo conocedor de los hombres de raza amarilla, sabía que la más pequeña debilidad de su parte podría serle funesta, comprometiendo el éxito de la empresa que tan felizmente habían comenzado.

Después de haber perdido la tripulación, asesinada por los antropófagos de la costa australiana; después de haber visto destruír los depósitos de olutarias, que representaban para ellos y para el armador de Timor una verdadera fortuna, y de escapar milagrosamente de las manos de aquellos feroces salvajes, se encontraban en inminente peligro de hundirse para siempre en el mar.

Al ver la maniobra de nuestro buque, pude observar que gran parte de la tripulación no tenía toda aquella desenvoltura propia de los marineros, familiarizados como Marcial con la guerra y con la tempestad. Entre los soldados vi algunos que sentían el malestar del mareo, y se agarraban a los obenques para no caer.

Al verse solo en la popa de la goleta, sintió una repentina inquietud. «¿Qué has hecho?... ¿qué has hecho?», clamó una voz en su cerebro. Pero contemplando á los tres viajeros y al muchacho que habían quedado como única tripulación, olvidó sus remordimientos. Debía moverse mucho para suplir esta falta de brazos.

Era, en efecto, un buey destinado a la comida de la tripulación de la tartana, y que se habían probablemente visto obligados a dejar al abandonar la embarcación. ¡Un buey! ¡un innoble buey! decía Santiago . Un plan de ataque combinado con tanta sangre fría y ejecutado con tanta audacia para... ¡para apoderarnos de un buey al abordaje! Nos lo llevaremos, ¿verdad, teniente?

Palabra del Dia

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