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Actualizado: 1 de junio de 2025


Mis temores no fueron vanos, pues aún no estaba fuera la mitad de la tripulación cuando un sordo rumor de alarma y pavor resonó en nuestro navío. «¡Que nos vamos a pique!... ¡a las lanchas, a las lanchas!», exclamaron algunos, mientras dominados todos por el instinto de conservación, corrían hacia la borda, buscando con ávidos ojos las lanchas que volvían.

Entre tanto, que carguen las lantacas y suban a cubierta los fusiles para proteger a nuestros pescadores. En tanto que hablaban, la tripulación china había echado las dos anclas de proa y una pequeña de popa para afirmar mejor el buque, y después procedió a enrollar las velas de los palos mayor y trinquete.

Estos se echaron como perros, y un momento después iban los dos policías al fondo del mar cosidos a puñaladas. En seguida nos alejamos del puerto, y al día siguiente volvimos a hacer el desembarco de los fardos con perfecta tranquilidad. Como barco cuya tripulación la formaban gentes perseguidas y fuera de la ley, había allá mucho tipo extraño.

Todos los de aquel pueblo de la Marina estaban unidos por largos siglos de existencia aislada y peligros comunes. La tripulación, desde el primer maquinista á los últimos marineros, se mostraba igualmente familiar en su respeto. Unos eran de la misma tierra del capitán, otros habían navegado largamente á sus órdenes.

Entre la tripulación había ingleses, franceses y españoles; pero el núcleo mayor lo formaban los holandeses y los portugueses. En conjunto, seríamos cuarenta. Los marineros dormían en las tarimas del sollado, y cuando hacia calor, ponían las hamacas en la cubierta.

Formaba parte de la tripulación del Asia, un bergantín que recorría los mares de la China. El capitán era australiano; el piloto, vascongado. Nuestro comercio se desarrollaba entre Malaca, Siam, Sumatra, Borneo y las Filipinas. Los principales puntos de parada eran Singapur, Batavia, Macasar, Hong-Kong y Manila.

¿El capitán y la tripulación obedecerán? El capitán es inglés y no se dejará coger. Su gente es disciplinada y le obedecerá. Marenval dió un suspiro. Había previsto las dificultades y el peligro que se presentaban. Pero tomó valientemente su partido. Saldremos adelante, dijo. Hasta ahora todo ha resultado bien.

El prudente capitán se puso, pues, al pairo, esperó los acontecimientos, ordenó a la tripulación que se prosternase de rodillas e invocase a San Pablo, el patrón del navío, que no podía dejar de manifestar su poder en una ocasión semejante. Y siguiendo el ejemplo del capitán, la tripulación dijo un Páter. Pero El Gavilán avanzaba siempre. Dos Ave.

Un brazo tremolaba un pañuelo en la popa de la barca. «¡Adiós, capitán!» Y el capitán movía la cabeza, sonriente y emocionado por el saludo femenil, mientras los marineros envidiaban su buena suerte. Otra vez un hombre de la tripulación llevó el equipaje de Ferragut al albergo de la ribera de Santa Lucía.

Entonces, aquel hombre de hierro, que vio a la diezmada tripulación temblar ante la horrible obediencia, volvióse a su hijo, único que le quedaba, ídolo de su corazón y esperanza última de una gran familia, y díjole tan sólo: Señor guardia marina... A usted le toca. El niño, con el hacha entre los dientes, trepó hasta la cofa, y porque la Virgen María le ayudó, cortó el cable...

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