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Actualizado: 6 de julio de 2025
»Tratando de resistir a mi propio deseo le respondí que la señora Braun, obedeciendo a instrucciones del señor de Avrigny, no se prestaría en modo alguno a secundar nuestros planes. » ¿Y qué necesidad tenemos de la señora Braun? repuso Magdalena.
El pobre don Juan estaba rabioso por lo que le sucedía. Más de un mes llevaba perdido en persecución de una mujer a quien dos años antes había considerado peligrosa. «En realidad pensaba, tratando de explicarse su conducta , esto es... una locura... un capricho. Ha hecho bien...; pero de mí no se burla una mujer a quien he tenido en los brazos. Yo le enseñaré quién soy.
El rompimiento de su padre con ella era, sin duda, la causa de que «la Papisa Juana» se mantuviese alejada de esta rama de su familia, tratando a Jaime con hostil despego. Su padre había sido oficial de la Armada, siguiendo una tradición de la familia.
Dos minutos pasaron; Juana y su madre estaban paradas con la vista fija en la puerta del vestíbulo. Un sirviente apareció con una bandeja en la mano. Es un despacho para la señora dijo. Dadme dijo Juana adelantándose dos pasos. Esperó que el sirviente se hubiese retirado, y, sin abrir el telegrama miró a su madre. ¡Déjame abrirle! murmuró la señora de Latour-Mesnil tratando de tomar el telegrama.
Sí, sí, comprendo ahora que he sido una loca, que tratando de hacer un bien he causado un terrible mal... Su Ilustrísima me desprecia y tiene razón, porque no soy más que una pobre tonta... Pero no es eso lo malo... Lo horrible es que de aquí en adelante estará prevenido contra un pobre inocente... ¡Jesús de mi corazón, qué tentación ha sido la mía!...
Por estas y otras razones, o no votaba a nadie cuando de elecciones se trataba, o se iba con el primero que supiera pedirle su apoyo con cierta habilidad. En el caso de que vamos tratando, ¿se había comprometido con alguno seriamente antes de visitarle don Simón? Esta era la duda.
Sí, era ella, señor dijo el bufón tratando por la primera vez al rey con respeto, como si no hubiese querido unir nada trivial á lo solemne de aquel recuerdo ; era ella, que nació, la desventurada, en las primeras horas del día de santa Dorotea. El bufón inclinó la cabeza y se detuvo un momento.
Y como siempre que soñaba, veía a su madre, perdida, como sus hermanos, en la gran ciudad, la odiosa escena de la Boca se reprodujo con fidelidad pasmosa: el buque atracado al muelle; el muelle atestado de curiosos; sobre la cubierta el montón de indios sucios, desgreñados, hediondos, como piara de cerdos que se lleva al mercado, cohibidos y temblando, por lo que ven y lo que temen; las mujeres, cerca del marido; las madres, apretando a los hijos junto a los senos escuálidos y tratando de ocultar a los más grandes bajo sus andrajos... Y un militarote, que arrastra su sable con arrogancia, procede al reparto entre conocidos y recomendados, separando violentamente a la mujer del marido, al hermano de la hermana, y lo que es más monstruoso, más inhumano, más salvaje, al hijo de la madre.
El hace una seña afirmativa, pero, como ella no lo ha mirado, cree que no responde. Ya lo ves, no quiere dice, dirigiéndose a Martín. ¿Que no quiero? exclama el otro riendo. ¿Por qué no lo dices, entonces, en seguida? replica ella, tratando de ponerse en armonía con su alegre tono.
Sobre ésta en particular se extendía, tratando del partido que podía obtenerse de los indígenas; materia dispuesta á la rebelión, tanto por condición propia como por los agravios recibidos de los españoles .
Palabra del Dia
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