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Actualizado: 6 de junio de 2025
Los árabes, sin duda, trajeron este cuento y otros mil, en la Edad Media, desde el remoto Oriente. La criada que descuella por lo lista, amena y entretenida, se capta la voluntad y se convierte siempre en la acompañanta o favorita del ama, o de la niña o señorita soltera. Viene a semejarse a la confidenta de las tragedias clásicas, y aun puede hacer el papel de Enone.
Según dice Riccoboni, desde el año de 1620 hubo tal afición en Italia á las comedias españolas, que las traducciones é imitaciones de las obras de Lope de Vega y de sus coetáneos sustituyeron casi por completo en los teatros á las comedias y tragedias originales italianas . El célebre actor de Adone, Marino, dice, en su Elogio fúnebre de Lope, que era costumbre de los empresarios de teatro de Italia y Francia, y para aumentar sus entradas, anunciar en los carteles que la comedia que había de representarse era de Lope de Vega; y que bastaba sólo su nombre para atraer tantos espectadores, que ni bastaba el teatro para contenerlos ni su caja para guardar el dinero .
Pero ahora, después de dos docenas de años de existencia, los que nos preocupamos del desarrollo cinematográfico vamos viendo cómo se afina el gusto del público en las naciones más instruidas y cómo al lado de las historias para reir y las tragedias detectivescas surgen las primeras manifestaciones de la verdadera novela cinematográfica, con caracteres extraídos de la realidad, observaciones psicológicas y una fábula que mantiene despierto al mismo tiempo el interés del espectador.
El tomo, que las contiene, lleva el título de Primera parte del Romancero y Tragedias de Gabriel Lasso de la Vega, criado del Rey N. S. Natural de Madrid: Alcalá de Henares, en casa de Juan Gracian, año de 1587. Constan las dos de tres jornadas, y están escritas en diversas medidas métricas, como octavas, tercetos, silvas, quintillas, etc.
Trocó los teatros en púlpitos y despidió á los hombres de sus representaciones más corregidos. El argumento y materia daban las tragedias del mundo y los desastrados fines de la vanidad; era el fin de ello no engañar ó entretener el tiempo, sino desengañar las almas y remediarlas. Sandoval, Historia de Carlos V. Calvete, Viaje del príncipe D. Felipe.
Procopio dice, hablando del tiempo de Justiniano, que los romanos sólo conservaban de los griegos las tragedias, mimos y piratas, de lo cual se deduce que en el siglo VI se daban espectáculos trágicos, así en Roma como en Constantinopla.
Proponíase, sin duda, halagar con esta contradicción á la vanidad nacional. D. Agustín de Montiano y Luyando, en 1750, en su Discurso sobre las tragedias españolas , amplió después los preceptos, traídos á plaza por Luzán y Blas Nasarre.
Pasó este tiempo, vino otro, Subieron á más alteza; Las cosas ya iban mejor; Hizo entonces Artieda Sus Encantos de Merlín Y Lupercio sus tragedias. Virués hizo su Semíramis, Valerosa en paz y en guerra: Morales su Conde loco, Y otras muchas sin aquestas. Hacían versos hinchados, Ya usaban sayos de telas De raso de terciopelo, Y algunas medias de seda.
Algunas, aunque escasas tentativas, se hicieron, á la verdad, para escribir dramas á la manera de los antiguos; acaso sean los únicos ejemplos El Pompeyo, de Cristóbal de Mesa, y la imitación del Hypolito de Eurípides, de Esteban Manuel de Villegas; las traducciones de antiguas tragedias y comedias, como La Medea de Eurípides, y las comedias de Terencio de Pedro Simón Abril, han de calificarse más bien de trabajos filológicos, que como ensayos para imprimir una dirección determinada al gusto de la nación.
En Los bandos de Verona, cuyo argumento está tomado de la novela de Romeo y Julieta , desaparece el poeta de talento de las tragedias antes mencionadas.
Palabra del Dia
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