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Actualizado: 23 de octubre de 2025


Ronzal, como otros días, defendía en tesis general la moralidad presente, debida a la restauración. Vamos, que usted, Ronzalillo, en estos tiempos de moralidad... dijo el alcalde, con su malicia de siempre. Sonrió un momento Trabuco, pero recobrando la serenidad exclamó: Ni yo ni nadie; créanme ustedes. En Vetusta la vida no tiene incentivos para el vicio.

¿Qué criatura mortal podía aparecer a aquellas horas y en tan apartado sitio? El bandido, no obstante, se recobró del susto y acudió a la defensa. Echó mano del trabuco, que tenía en un rincón de la estancia, y fue al cuarto contiguo, donde había caído la puerta y estaba la entrada.

Stein percibió allí en la oscuridad un objeto apoyado contra la pared; y a fuerza de fijar en él sus miradas, vino a distinguir que era un trabuco. Tal era su volumen y tal debía ser su peso, que no podía entenderse cómo un hombre podía manejarlo: lo mismo que sucede cuando miramos las armaduras de la Edad Media. Su boca era tan grande que podía entrar holgadamente por ella una naranja.

Tatiste question, como dice Trabuco, a quien siento no ver entre nosotros. Esta sociedad que, desde luego, no se llamará de la templanza, se propone perseguir a los fariseos, arrancar las caretas de los hipócritas y arrancar del cuerpo social de Vetusta las sanguijuelas místicas que chupan su sangre. ¡Ahí, ahí le duele!...

A su derecha tenía Trabuco a Joaquín Orgaz que hablaba sin cesar con su pareja, una americana muy rica y muy perezosa. Como el salón era estrecho y las costumbres vetustenses un poco descuidadas, las parejas, mientras no les tocaba moverse, se sentaban en la silla que tenían detrás de muy cerca.

Estaba roto, y sus diversas partes, toscamente atadas con cuerdas. Momo dijo Stein , ¿qué significa eso? ¿Es de veras un trabuco? Me parece dijo Momo que bien a la vista está. Pero ¿por qué se pone un arma homicida en este lugar pacífico y santo? En verdad que aquí puede decirse aquello de que pega como un par de pistolas a un Santo Cristo.

No queremos saber las hazañas de los héroes del trabuco dijo la marquesa . Rafael, hablas sin punto ni coma... Escuchad mi aventura de José María continuó Rafael . Un ladrón héroe, caballeroso, elegante, galán y distinguido, es fruta que no nace sino en nuestro suelo. Vosotros los extranjeros podréis tener muchos duques de Alba, pero seguramente no tendréis un José María.

La Marquesa de Vegallana y su tertulia, más la del barón de la Barcaza y Pepe Ronzal cenaron en el gabinete de lectura. Todo fue cosa de Trabuco. Convídesele, había dicho Mesía y la vanidad satisfecha le inspirará maravillas.

Anastasio llegó hasta cerca de la puerta y oyó estas palabras, dichas entre dientes como en un rezongo: Abrí, te digo, soy yo. La puerta se abrió y un relámpago de celos precedió a un relámpago de fuego: Anastasio había descargado su formidable trabuco sobre un salteador y sobre su mujercita inocente, matando a los dos. ¿Y hace mucho tiempo? preguntó Ricardo.

¿Quién hace caso de ese señor? decía Visitación la del Banco un hombre cerril; santo, eso , pero montaraz. En fin, ¡un hombre que me echó a de la sacristía de Santo Domingo siendo yo tesorera del Corazón de Jesús! Un hombre así aseveraba Obdulia debía pasar la vida sobre una columna.... Como San Simón Estilista acudió Trabuco, que estaba presente.

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