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Actualizado: 23 de octubre de 2025


En aquel trance se arrodillaron los hermanos clamando al Cristo: «¡Socorro, SeñorEl desalmado disparó el trabuco, pero quien quedó alma del otro mundo fue él mismo, porque quiso Dios que en las manos se le reventase el trabuco. ¡Y el trabuquillo era flojo en gracia de Dios!

Decíase de él por lo bajo que en su borrascosa mocedad había sido contrabandista y que yendo y viniendo de Ronda á Gibraltar y de Gibraltar á Ronda con su potro corredor y su trabuco naranjero, había llenado aquella ancha zona de su alto nombre y sus épicas hazañas.

¡Qué sencilla, pero qué hermosa!... La virgen de la Silla... La Venus del Nilo, como dice Trabuco. Esto lo dijo Joaquín Orgaz. El círculo de la nobleza se abrió para acoger en su seno a la Hija pródiga de la Sociedad, como acertó a decir el barón de la Barcaza, que in illo tempore había estado muy enamorado de Anita, a pesar de la señora baronesa e hijas.

Trabuco, o sea Pepe Ronzal, de la comisión provincial, creía con la mayoría de los presentes, el jefe económico inclusive, que la razón de Estado aconsejaba preferir la pretensión del alcalde, aunque este, según malas lenguas, quería el estanco para una su ex-concubina.

Sus ojos, agrandados por la emoción, vagaron por la cocina, sin encontrar un sombrero calañés ni un trabuco. Vio un hombre desconocido que se ponía de pie: una especie de guarda de campo con carabina, igual a los que había encontrado muchas veces en las propiedades de su familia. Güenos días, señora marquesa... Y su señó tío el marqué, ¿sigue güeno?

Un día de San Francisco no puso colgaduras en los balcones del Casino el conserje. Ronzal, que era ya de la Junta, quiso arrojar por uno de aquellos balcones al mísero dependiente. ¡Señor gritaba el conserje si hoy es San Francisco de Paula! ¿Qué importa, animal? respondió Trabuco furioso . ¡No hay Paula que valga: en siendo San Francisco es día de gala y se cuelga!

Melchor y Baldomero les referían la breve historia de aquel hombre desgraciado, especie de «Don Alvaro» del desierto, a quien la fatalidad le había puesto más de una vez en la boca del trabuco o en la punta del cuchillo el corazón de las personas a quienes más quiso en la vida.

El barón de la Deuda Flotante creía en el poder de la prensa periódica, pero su hija no. Enfrente de esta pareja se colocó resplandeciente Ronzal, el gallardo Trabuco, diputado de la comisión y miembro de la Junta directiva del Casino. La pechera que lucía Ronzal no podía ser más brillante.

"El tercero: para hallar agua fresca, si es posible, con hacer pozos ó cualquier otro modo, y cuando llueva á llenar todas las pipas y barriles, y para tenerlos afuera del sol para que no se caigan en piezas, y tambien que no se descubran por los indios. "El cuarto: para no ir muy lejos de la casa, sin tener cada hombre su escopeta ó trabuco bien limpio y cargado pronto.

Sacó don Paco la mula, hizo que montase en ella su dueño y levantando después a Antoñuelo, que apenas se podía mover, y llevándole en peso con alguna dificultad, le plantó a las ancas. El cargó luego con el trabuco y la navaja, trofeos de su victoria, y echando delante la mula y su doble carga se dirigió hacia el lugar.

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