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Actualizado: 29 de junio de 2025
Sin embargo, su ruido peculiar tuvo una atracción particular para su oído, y, después de haber espiado los resultados de aquel ruido, sacó la consecuencia filosófica de que la misma causa debía producir el mismo efecto. Silas se había sentado en su telar y el ruido del aparato había recomenzado; pero dejó las tijeras en un punto que el tránsito de Eppie podía alcanzar.
Desde Adam acá, dijo Cervantes, al mundo no ha venido criatura sino para morir; sólo que a unas las mata Dios y a otras las matan los hombres, sino es ya que ellas a sí mismas, porque no se puedan resistir, se destruyan; y antójaseme que para el capitán don Baltasar de Peralta las tres sangrientas parcas miden ya con muy breve término su vida; y la más tremenda de ellas, la despiadada Atropos, sus inexorables tijeras prepara; y tengo para mí que lo que ha de ser esas tijeras lo es la buena hoja de Toledo que a la cinta llevo.
Mientras abría el sobre con unas tijeras, deseaba casi encontrarme con una repulsa brutal y definitiva. Y leí. «Amigo mío: Mi resolución se ha afianzado, como usted deseaba. Espero qué vendrá hoy a ver a mi padre. Yolanda». ¡Ah, qué felicidad!... No es fácil concebir la dicha de un momento semejante. Pero, después... ¡qué vergüenza, qué vergüenza!
No, no; pero las consecuencias... Mira, Clara, ve á mi joyero, busca uno de los lazos de diamantes de los seis que sabes... y tráemelo... tráete también unas tijeras. Doña Clara salió de la cámara por una puerta opuesta á la por donde había entrado y volvió á poco; traía un lacito de oro y diamantes, cuyo nudo podía contener en la parte interior un grueso como de un dedo.
También hacían entonces la poda, que provocaba conflictos entre los viñadores y hasta algunas veces había ocasionado muertes, por si debía hacerse con tijeras, como deseaban los amos, o con las antiguas podaderas, unos machetes cortos y pesados, como lo querían los trabajadores.
El las conocía todas; iba a ellas montado en un borrico, con las tijeras en la faja. En las Cambroneras no quedaban mas que su vieja y algunas otras mujeres que eran viudas. Hasta las gitanas de prole más numerosa emprendían la marcha detrás de la recua, seguidas de todos sus chiquillos.
Se contaba que en un arrebato había herido al duque con unas tijeras, que los criados escuchaban frecuentemente gritos descompasados de la bella injuriando al viejo, llenándole de denuestos.
La hija menor de los dueños de esta huerta se hallaba una mañana en ella cortando flores con las tijeras que pendían de su cintura y colocándolas después con mucha delicadeza en un cestillo de mimbre.
Poldy se apoderó de él en seguida y notó que era ligerísimo, que estaba precintado y sellado y que era tan fuerte la cuerda del precinto y estaba tan bien anudada, que no podía romperse ni desatarse sin tijeras. Sobre la exterior superficie del rollo, se veía escrito en lengua y letras alemanas: A su excelencia la graciosa señorita Condesa Poldy de Liebestein.
La amazona cerró la puerta, y dentro continuó su perorata interrumpida. No queremos referir las muchas cosas buenas que dijo, mientras el muchacho se apoderaba otra vez del pecho, que tan bruscamente había perdido. Es casi seguro que manifestó deseos de tener delante al bárbaro Elio para clavarle sus tijeras en el corazón. Penetremos ahora en la Fontana. #El club patriótico#.
Palabra del Dia
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