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Actualizado: 25 de junio de 2025
Hace dos meses, mi situación me hubiese parecido extraordinaria, inverosímil... Yo cuidando á mi marido, temiendo que me descubra y se aleje de mí, deseando al mismo tiempo que me reconozca y me perdone... Sólo hace una semana que vivo á su lado. Desfiguro mi voz cuanto puedo, evito frases que le revelen quién soy... Pero esto no se puede prolongar.
Por el aviso que Roger tuvo de como los Turcos estaban cerca, temiendo perder tan buena ocasion si advertidos de la llegada de los nuestros se previnieran, ó retiraran, juntó el campo, y en una breve platica les dijo, como el siguiente dia queria da sobre los alojamientos de los enemigos, fáciles de romper por estar descuidados.
Temiendo descubrir el secreto que sólo yo poseía, arriesgaba temblando y con reserva algunas preguntas sobre Carlos. Su nombre era desconocido; nadie había oído hablar de él; y en España, como en Londres, todo el mundo ignoraba que existiese Carlos Broschi. »Partí, al fin, cuando me sentí con fuerzas para soportar las fatigas del viaje.
El papel grueso y brillante se ennegreció, al mismo tiempo que de sus páginas, encorvadas por el fuego, surgía una llama, esparciendo denso humo por la habitación. Ni calor podía dar el maldito papel, motivo de envidias y locuras para muchos imbéciles. Y temiendo que el humo le obligase a abrir la ventana, cogió la cazuela con el volumen chamuscado, llevándola a la cocina.
Llegaron a la Aduana, pidió permiso el que los mandaba para entrar a saludar a la Regencia, se lo negamos, creyendo que los de la Junta no habrían perdido el juicio; insistió D. Pedro, golpeando el suelo con el sable y profiriendo amenazas y bravatas; entramos a notificar a los señores qué clase de estantiguas querían colarse en el palacio del gobierno, y este al fin consintió en ser felicitado por los caballeros a la antigua, temiendo despopularizarse si no lo hacía. ¡Debilidad propia de autoridades españolas!
Salidos de la gruta para ir en busca de caza, arrastrábanse por entre las hierbas y raíces para sorprender su presa, y luchaban cuerpo á cuerpo con las más feroces bestias; á veces tenían que luchar con otros hombres, fuertes y ágiles como ellos; durante la noche, temiendo la sorpresa, vigilaban la entrada de la caverna, para lanzar él grito de alarma en cuanto advirtieran la presencia de un enemigo y tener tiempo suficiente para que las familias pudieran esconderse en el dédalo de las galerías superiores.
El P. Jacinto, desconfiado como buen lugareño, no advertía el interés vivísimo con que su antiguo discípulo le interrogaba; y temiendo siempre una burla, una especie de examen hecho por el Comendador para pasar el rato, volvió á hablar un tanto picado, diciendo: Me parece que estoy archi-cándido. ¿Á dónde vas á parar con tanta preguntilla? ¿Quieres examinarme? ¿Piensas retirarme la licencia de confesar si no me crees bien instruido?
Demetria le tropezaba de vez en cuando, unas veces en la aldea, otras camino de la fuente y siempre que le veía no podía menos de estremecerse. El recuerdo del agravio que aquel hombre asqueroso la había hecho á orilla del río asaltaba su imaginación y siempre estaba temiendo que se repitiese.
Laura hizo un expresivo ademán, como contestando que su mayor felicidad sería poder cumplir el servicio a pedirse... He traído un obsequio para su señorita hermana... Le ruego que me lo acepte usted como recuerdo... Temiendo que el obsequio fuese una joya de alto precio, Laura balbució: Pero yo no puedo recibir de usted ese obsequio... Sería incorrecto...
Las galeras tenian las escalas en tierra, y hubo algun Catalan que siguiendo á su enemigo llegó á darle muerte dentro de la galera; y si Montaner aquel dia tuviera mas gente de refresco, pudiera ser que muchas de las galeras genovesas quedarán en su poder. Demetrio hijo del Emperador, y los demas capitanes que quedaban vivos, se alargaron de tierra, temiendo el atrevimiento y osadia del vencedor.
Palabra del Dia
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