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Actualizado: 7 de junio de 2025


que la propiedad ha sido vendida públicamente: he visto por todo el camino los grandes avisos... Mas no me he atrevido a preguntar a las personas que me han acompañado hoy en mi paseo, pues mi ignorancia habría parecido extraordinaria, cuánto ha costado todo esto. Mi marido se olvidó de decírmelo en su telegrama.

Mientras éste, después de haber roto el sobre, se acercaba a la puerta para leer mejor el telegrama, el Príncipe, guiñando sus ojuelos llenos de malicia, observaba disimuladamente el rostro del lector y trataba de descubrir en él si la noticia que el papel contenía iba a ejercer una buena o mala influencia sobre el importante asunto que tanto interesaba al pueblo.

Por otra parte, ¿qué le importaba a ella todo esto? Nada tenía que ver con tal asunto. Si había caso de conciencia, era para la que había trazado aquellas líneas, no para ella. Ella no era más que un instrumento pasivo, un autómata sin corazón, sin nervios y sin entrañas, que dejaba pasar el telegrama venenoso, producto de nuestra civilización, como en la edad media la justicia del Rey.

Dispongo de quince días libres antes de tomar el vapor de América; he leído el anuncio el viernes a la tarde; tengo hambre de música; París está insoportable... Un telegrama a Londres a un amigo para que me retenga localidades y a la mañana siguiente, heme volando en el tren del Norte en dirección a Calais.

Diles á esos señores tan buenos que me contesten directamente. Podría llegar el telegrama ó la carta á tu «villa» mientras estas fuera, ¡y yo sin saber nada horas y horas!... No; que se dirijan á . Todos los días, al salir, le encargo á mi jardinero que si llega un telegrama me lo traiga al Casino. ¡Figúrate mi impaciencia!... Di que vas á hacer eso. Prométeme que no lo olvidarás.

Se recibía, verbigracia, en la casa un telegrama de cualquier pariente o amigo; don Mariano, con sonrisa triunfal, después de leerlo, se lo alargaba a su señora, diciendo: Toma; este endiablado invento moderno viene a comunicarnos que tu hermano ha llegado bueno a París.

Muchas veces, al hablar de Gallardo, «un chico valiente pero con poco arte», miraban temerosos hacia la puerta. Que viene Pepe decían, y la conversación quedaba rota. Entraba Pepe agitando sobre su cabeza el papel de un telegrama. ¿Tienen ustedes noticias de Santander?... Aquí están: Gallardo, dos estocadas dos toros, y en el segundo la oreja. Nada; lo que yo digo: ¡el primer hombre del mundo!

¿Es un secreto tan grande? ¡No, hombre!... Hice un telegrama que había prometido a Clota. La fisonomía de Ricardo se nubló intensamente, y aun cuando las sombras de su espíritu no hubieran asomado al semblante, su repentino silencio las habría delatado.

A la salida de la villa, en la carretera, más de cien personas le despidieron. Ante aquella manifestación de cariño, don Rosendo se sintió enternecido. ¡Buena suerte! Pongan ustedes telegrama, ¿eh? No se diga que Sarrió queda por debajo de Lancia. Don Rosendo fué estrechando con emoción las manos de sus partidarios.

Mac-Kinley al telegrama del General Otis, transmitiendo los deseos pacíficos del pueblo filipino, de vivir como Nación independiente; cuando, en fin, se fijaron en los términos del tratado de París cuya aprobación en lo referente á la anexión de Filipinas, fué saludada con gritos de júbilo y satisfacción por el partido imperialista dirigido por Mr.

Palabra del Dia

cabalgaría

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