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La reunión de estas individualidades en un grupo, lo que acontecía á veces, juntamente con la de otras personas de distinta clase, infundía á la Aduana cierta vida durante algunas horas convirtiéndola en teatro de escenas bastante animadas.

Cuando cesaron de obrar estas causas; cuando una civilización nueva y extraña se enseñoreó de las clases superiores de la sociedad, hubo de aniquilar necesariamente en el teatro á la poesía nacional, propiamente dicha; los poetas ilustrados, ó que se tenían por tales, hubieron de separarse del pueblo, contentándose éste con espectáculos escénicos groseros de poetastros, sustituyendo así á la antigua poesía, verdaderamente popular, otra impopular y erudita, é inútil en ambos conceptos.

Afición de Felipe IV al arte dramático. Teatro Real del Buen Retiro. Fiestas de corte y lujo de decoraciones. Después de la muerte de Felipe III, ocurrida el 31 de marzo de 1621, se cerraron los teatros de Madrid por espacio de cuatro meses, en virtud de orden superior.

Llevaba a su madre al teatro, la acompañaba a hacer visitas: algunas noches, cuando hacía buen tiempo, salía de paseo con ella por las calles, dándole el brazo como un marido o un galán. La belleza de Isabel no disminuía con la edad. Al verlos juntos, nadie imaginaba que eran madre e hijo, sino hermanos, cuando no esposos. Esto era causa para el joven de cierto malestar.

A nadie encontraba ya propicio para secundar sus proyectos de recreo. En vano redoblaba su actividad para traer al teatro compañías de verso o zarzuela. Todas quebraban al poco tiempo. Porque predominando en las funciones el elemento del Saloncillo, ya se sabía que los del Camarote se retiraban, y viceversa.

Porque allí veía al artista tal como era, no como tenía que fingir que era. Por un instinto de buen gusto, de que él no podía darse cuenta, lo que aborrecía en las representaciones públicas era la mala escuela de declamación, la falsedad de actitudes, trajes, gestos, etc., etc., de los cómicos que iban por aquel pobre teatro de provincia.

Acababa de abandonar apresuradamente á la hija del jardinero. La noticia había circulado por el teatro, logrando que muchos renunciasen al final de la ópera, para presenciar esta suerte inaudita, que era para ellos un espectáculo de mayor interés. En una mesa de ruleta encontró á Clorinda que jugaba parcamente, teniendo á Castro detrás de su asiento.

Harto difícil y muy raro es el mencionado triunfo; de suerte que la mayoría de los extranjeros que van a París, sobre todo si son portugueses, españoles o hispano-americanos, a fin de gozar en París de algo más que de aquello que se paga, forman sociedad aparte, y son como una colonia, y están como en un teatro, cuyas magníficas decoraciones son la gran ciudad de las orillas del Sena, pero entre cuyos personajes apenas hay un francés de cierta importancia, a no ser alguno que por curiosidad cruce el escenario de pasada y tome parte en la acción sin premeditarlo y casualmente.

Responden sus grandezas al deseo Que tiene de mostrarse alegre, viendo De España y Francia el regio himeneo. Y este que escuchas, duro, alegre estruendo, Es señal que el torneo se comienza, Que admira por lo rico y estupendo. Arquímedes el grande se averguenza De ver que este teatro milagroso Su ingenio apoque, y á sus trazas venza.

Felisa le da vestidos, sombreros, la saca de apuros, la lleva al teatro, en coche... Es el tipo de la parienta o amiga que tienen casi todas las muchachas ricas; servicial, complaciente, mitad por afecto, mitad por interés... Felisa la maneja como quiere. Y vaya una carta larga. Verás cómo hacen encargos, de seguro piden trapos... y, sin embargo, me temo algún disgusto gordo.