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Todas sus estrofas terminan en un estribillo, destinado probablemente á cantarse por el coro, y son una prueba de la antigüedad de las poesías denominadas villancicos, de las cuales hablaremos con frecuencia en esta historia del teatro .

A poco de ingresar en el teatro observó Cristeta que a cuantas compañeras suyas pecaban y se envilecían por codicia, les salía errado el cálculo.

En los sucios pasillos del teatro comenzó a desarrollarse el idilio más conmovedor del mundo. ¿Dónde hay poesía tan intensa como la del tronco viejo que de improviso empieza a reverdecer y retoñar?

En una situación semejante, aunque no enteramente igual, se hallaba, á mi juicio, el que se propusiera escribir la historia del teatro español; sin duda existían otros trabajos anteriores, no como sucedía con la historia literaria de Persia, pero tampoco había obra alguna en que se hubiese tratado de esta materia hasta apurarla; no podía suponer en los lectores un conocimiento general de los dramáticos españoles, ni era dable tampoco aludir sólo á las obras originales, para que los lectores completasen su estudio, siendo tan raros los libros antiguos españoles.

¡Cuántos poemas de ternura y de amor tienen por teatro diariamente los calabozos! ¡He visto madres que no sólo abandonan las comodidades que un hijo honorable puede proporcionarles, sino que hasta cubren de vergüenza su nombre por disimular las bajezas de uno de estos canallas que ha rodado al abismo y que les paga sus sacrificios imponiéndoles cada día otros mayores!

Ballesteros era recién llegado a Madrid: se había encontrado aquella noche con su antiguo amigo Casa-Vieja en el teatro Real, y se habían venido juntos al Sport, del cual era socio el último, y lo había sido el primero antes de su salida de España. Andarían allá, ten con ten, en edad: de treinta y dos a treinta y cinco.

Asistiría al día siguiente al entierro de su amada y por la noche concurriría al teatro para oír desde su palco el último acto de Otelo, aquella romanza del Sauce, aquel último canto del cisne, obra maestra de Rossini que tanto gustaba a Magdalena. Después regresaría a casa y allí se levantaría la tapa de los sesos.

Más tarde trataremos de los numerosos poetas valencianos, que sucedieron á Virués y á Artieda, y que comparten con Lope de Vega la gloria de haber creado el teatro nacional.

En el primer acto azotan los ángeles en el teatro á San Jerónimo. En el segundo aparece San Dámaso en pomposa procesión, rodeado de obispos y cardenales; después viene una escena en que clérigos disfrazados y con armas recorren las calles de Roma en demanda de aventuras nocturnas; á la conclusión baja San Mercurio del cielo, y mata de una lanzada á Juliano el Apóstata.

Dentro de casa, marido y mujer se hablaban muy poco, lo indispensable solamente. Para evitar la molestia que les produciría sentarse solos a la mesa tenían siempre algún convidado. Fuera se trataban con expansiva y natural confianza. Alguna vez Osorio iba a buscar a su esposa a última hora a la reunión o teatro donde se hallase. Pero esto era valor entendido en el mundo.