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Actualizado: 25 de octubre de 2025


Todas las mañanas, en efecto, al entrar las operarias en los talleres, al encontrarse en el camino, solían, urbanas y rurales, invectivarse ásperamente y dirigirse homéricos insultos, ni más ni menos que si fuesen las avanzadillas de los dos partidos enemigos que presto iban a encender la guerra civil. ¡Vaya, que es buen madrugar de Dios, hijas! ¿Venides a caballo del Sol?

Otros, vestidos de lienzo azul, con gorras negras y reloj, se agrupaban frente a la estación de los tranvías, esperando los primeros coches. Eran maquinistas de fábrica, capataces, encargados de talleres, la aristocracia del trabajo manual, que se aislaba de los demás en su relativo bienestar.

Cada mes adoptaba un nuevo oficio; pero le expulsaban de los talleres, acreditándolo como el más insolente de los aprendices. La pobre madre, para traer a casa algún dinero, era ahora ayudanta de una lavandera, y en las mañanas de invierno bajaba al río desfallecida de hambre, temblando al contacto del agua su mísero esqueleto cubierto de piel.

Debe decirse, tocante a las facultades intelectuales del señor Centeno, que su cabeza, en opinión de muchos, rivalizaba en dureza con el martillo-pilón montado en los talleres; no así tocante a las de Señana, que parecía mujer de muchísimo caletre y trastienda, y gobernaba toda la casa como gobernaría el más sabio príncipe sus Estados.

Las máquinas, hornos, alquerías, establos, talleres para los artesanos, y demas objetos de la industria y de la agricultura, ocupaban un primer recinto fuera de la clausura monacal, sin simetría, y segun la disposicion particular de la localidad.

Talleres "Calpe", Larra, 6 y 8. MADRID Leónidas Andreiev, uno de los más grandes maestros de la literatura rusa moderna, acaba de morir a la edad de cuarenta y siete años. Nacido en el centro de Rusia, en Orel, de una familia pobre, estaba predestinado a una vida llena de miserias y de privaciones.

Los niños han venido de sus escuelas, y las personas crecidas han dejado sus tiendas, sus talleres y los campos con el objeto de divertirse; porque hoy empieza á regirlos un nuevo Gobernador. Como Ester decía, era mucho el contento y alegría que brillaban en el rostro de todos los presentes.

A esa hora el silencio es casi completo, y el viajero que vaga en las calles solitarias se cree como errante en un vasto cementerio. ¿Qué hacen las gentes á esa hora? ¿Trabajan en sus casas ó talleres, ó venden en sus tiendas, ó rezan?... No si hacen casas muy malas ó muy buenas; lo que es que vegetan.

En las esquinas inmediatas a los talleres de modistas esperaban los estudiantes y los viejos verdes, acariciando en el bolsillo los billetes para ver una pieza en Eslava, o las entradas de favor para bailar en La Sutil.

Es difícil imaginarse continuó Maltrana que estamos en el Océano y estas máquinas sirven para remover las aguas marchando sobre ellas. En nada se adivina la proximidad del mar. Lo mismo podrían ser las máquinas de una fábrica de zapatos o de tejidos. Sólo falta el ruido de los talleres para que la ilusión sea completa.

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