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Actualizado: 25 de noviembre de 2025


Son las cuatro de la tarde del tres de Octubre de 1879 ... 37° marca el centígrado, y doscientas y pico de muertes acusa la fúnebre estadística de la última semana, siendo originadas en su mayor parte por una fiebre que los médicos llaman no cómo, ni me importa, pero que yo le doy el nombre de fiebres termométricas, pues be observado que en casa donde un doctor aplica un termómetro, hay una baja en la vida, un pedazo de mármol menos en los talleres de Rodoreda, y una página más en los registros trienales de Paco.

Por todas partes el Sacatin presenta filas de tiendas y almacenes, en dos órdenes ó pisos paralelamente, y es allí donde se acumula no solo todo lo que figura en los cambios ordinarios del comercio, en materia de géneros, mercería y quincallería, sino tambien una multitud de objetos de arte y productos de los talleres y fábricas nacionales.

Pensé que en la vida había algo más que hacer que buscar el goce y que había otros hombres que en los talleres, en las canteras, en las minas, pasaban sus días en un trabajo penoso para ganar lo necesario y, sin embargo, no habían merecido ser tan desgraciados.

Bien es verdad que, en cambio, su clero catedral era de ciento diecisiete canónigos y tenía sesenta y ocho conventos con más de cuatro mil frailes y catorce mil clérigos en la diócesis. ¿Y Toledo? A fines del siglo XV empleaba cincuenta mil obreros en sus tejidos de seda y de lana y sus talleres de armas, y a más los curtidores, los plateros, los guanteros y los joyeros.

Todas esas poblaciones aunque son principalmente centros agrícolas, alimentan una multitud de manufacturas, fábricas y talleres de toda clase, que aumentan la animacion del pais, y le dan mucho interés económico. Concretando la vista sobre la ciudad, el panorama es tan curioso como bello.

Las Provincias Argentinas no tienen mas medios de conduccion que los carros, de los que hay grandes talleres en Tucuman; y á pesar de la buena calidad de las maderas que se emplean en esta clase de obras, asi como de su fuerte construccion, no duran arriba de dos años, por la aspereza de los caminos, y la accion alternativa del sol y de las lluvias, á que quedan expuestos continuamente.

Me dijo que era inspector del taller de pitillos, y que conocía personalmente a muchísimas operarias, sobre todo de vista. Cuando veo a una mujer en la calle, es difícil que no sepa decir si trabaja o no en la fábrica. En su opinión, lo mejor que podíamos hacer era entrar en los talleres, recorrerlos despacio a ver si distinguía entre las mujeres a la que buscaba.

Era un excelente engrasador que, apenas notaba un entorpecimiento en la complicada máquina, acudía á remediar la aspereza con su dulzura y sus buenas palabras. A no ser por él, hubieran surgido varias veces en los talleres la protesta y la huelga.

También digo que si grata es la tarea de fabricar género humano recreándonos en ver cuánto superan las ideales figurillas, por toscas que sean, a las vivas figuronas que a nuestro lado bullen, el regocijo es más intenso cuando visitamos los talleres ajenos, pues el andar siempre en los propios trae un desasosiego que amengua los placeres de lo que llamaremos creación, por no tener mejor nombre que darle.

Los talleres y naves de la fábrica se convirtieron en habitaciones estrechas, como celdas, y al rumor alegre del trabajo, padre de la vida, sucedió en el recinto el más medroso silencio, sólo interrumpido a horas fijas por cantos misteriosos y graves, entonados en una lengua muerta.

Palabra del Dia

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