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Actualizado: 5 de junio de 2025
Yo sé cuál es mi desgrasia... ¡Si tuviéramos uno!... ¡Si Juan viese un pequeño en casa que fuera suyo, suyo too él, argo más que son los sobriniyos!... Lloró Carmen, pero con lágrimas continuas que se escapaban entre los pliegues del pañuelo, bañando sus mejillas coloreadas por el llanto.
No entendía la mayor parte de sus palabras, pero columbraba en ellas una esperanza. Según eso, ¿cree su mercé que Mari-Crú no ha muerto del too? ¿Que aún podré verla, cuando me ajogue su recuerdo?... Salvatierra sentíase influenciado por los lamentos de la familia, por la agonía que había visto, por la miseria de aquel cadáver que se balanceaba a pocos pasos dentro del carro.
Una tarde, al regresar Pepe de la imprenta, la encajera del portal le dijo que la señá Manuela y la señorita acababan de subir. Pero, ¿han salido las dos? ¡Anda! a media tarde ¡si paece que andan too el día pingando!
Señá Angustias, no me toque usté las ideas y deje en paz si quiere a don Joselito, que na tié que ver en too esto. ¡Por vía e la paloma azul! Yo fui a La Rinconá porque me lo mandó mi mataor. ¿Usté sabe lo que es una cuadrilla? Pues lo mismo que el ejérsito: disiplina y servilismo. El mataor manda, y hay que obedeser.
Potaje, que estaba ya borracho, asentía con entusiasmo a todo lo dicho por el Plumitas. No entendía bien sus palabras, pero al través de la neblina opaca de su embriaguez creía distinguir un resplandor de suprema sabiduría. Esa es la verdá, camará. Palo a too er mundo. Sigue, que estás mu güeno.
En cuanto se acabe la casa, y ¡ojalá sea mañana! El mamarracho de mi cuñao no acaba nunca. Se conose que le va bien, y se duerme en la suerte. Yo pondré orden, Juaniyo, cuando nos casemos. Ya verás qué bien marcha too. Verás cómo me quiere tu mare. Y así continuaban sus diálogos, esperando el momento de aquella boda, de la que se hablaba en toda Sevilla.
Don José era quien corría con sus intereses, cobrando de los empresarios y llevando una cuenta que en vano intentaba explicar a su matador. Yo no entiendo esas músicas decía Gallardo, satisfecho de su ignorancia . Yo sólo sé despachar toros. Haga lo que quiera, don José; yo tengo confiansa, y sé que too lo hase por mi bien.
Duro es, tío Tremontorio; pero ello, pongámonos en lo justo. Ha dao la casualidá de que paece que se ha avisao media calle pa ponerse enfermo too el mundo.
Yo la quería mucho, señó; si deseaba argo bueno era pa partirlo con ella. Mejor aún: pa dárselo too.
Disen las gentes por ahí... hablan... ¡se inventan tantas mentiras! Usté no haga caso, señá Carmen. ¡Alegría, y a vivir, que eso e la verdá! Ella volvió a insistir. Pero ¿qué había pasado en el cortijo?... El cortijo era su casa, y esto la indignaba, viendo unido a la infidelidad algo que le parecía un sacrilegio, un insulto directo a su persona. ¿Usté cree que soy tonta, Sebastián? Yo lo veo too.
Palabra del Dia
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