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Actualizado: 30 de abril de 2025
Valeria les contemplaba con miradas de ternura, iguales para ambos, cual si se le hubiese duplicado el cariño de madre, y a pesar de la tristeza que sentía, no le era posible sustraerse al influjo de una observación que ya había hecho y que en aquel momento, hasta contra su voluntad, se le iba entrando al pensamiento, agitándoselo con desvaríos de la imaginación.
Siguiendo adelante los abusos, llegaron á ser intolerables; empero, entre los gobernadores españoles, mudos testigos de tan lamentable estado de cosas, á que no les era dado poner remedio, hubo uno que se atrevió á levantar la voz: este fué don Lazaro de Rivera, quien presentó sucesivamente á la audiencia de Charcas, en 1786 y 1787 , varias memorias, expresando el voto de los habitantes de San-Pedro, de Trinidad y de Concepcion, que deseaban pagar el real tributo, y sustraerse al estremado rigor con que se veian tratados por los curas, quienes frecuentemente los hacian azotar por mero capricho, en tanto que escandalizaban al pueblo con la depravacion de sus costumbres.
Para evitarse molestias y para sustraerse a la curiosidad de sus amigos había resuelto dormir aquella noche en casa de sus tíos, adonde podía ir ella también si gustaba. Clara quedó yerta y preguntó sabiendo ya de antemano la respuesta: ¿Con quién fue el lance? Con el marqués del Lago. Se puso pálida y permaneció un instante pensativa. No le ha herido, le ha matado, ¿verdad?
Cierto no habrá lector que haga al señorito Octavio la ofensa de suponerle desprovisto de un diario. Los héroes de novela tienen ciertas obligaciones á las que no pueden sustraerse. Hé aquí algunos trozos arrancados de su cuaderno. Son de gran utilidad para el curso de esta historia. Están escritos de su mismo puño en una magnífica letra inglesa. Julio 26.
Garcilaso, el menos crédulo de sus contemporáneos, no ha podido sustraerse de este embeleso; ya exagerando la sabiduria de las antiguas instituciones del Perú; ya sus tesoros, ya la fecundidad de su territorio.
No lejos de Diu, florecía entonces, en el fondo de un estero y a orillas de un río caudaloso, la ciudad de Chaul, emporio del comercio que, para sustraerse al poder marítimo de Portugal, hacían entonces con la India, por tierra, Persia y Arabia. Chaul era singularmente famosa como mercado de caballos, y allí iban a surtirse los grandes señores y príncipes indianos para remontar su caballería.
El aislado pabellón y las precauciones tomadas para sustraerse a toda clase de indiscretas miradas, daban a aquella cita un aspecto galante que de una manera deliciosa conturbaba su corazón de viejo soltero. Al dejar el vaso sobre la mesa, volvió Delaberge hacia la señora Liénard su mirada tiernamente interrogativa.
Si el acaso lo echa alguna vez de improviso entre las garras de la justicia, acomete a lo más espeso de la partida, y a merced de cuatro tajadas que con su cuchillo ha abierto en la cara o en el cuerpo de los soldados, se hace paso por entre ellos, y tendiéndose sobre el lomo del caballo para sustraerse a la acción de las balas que lo persiguen, endilga hacia el desierto, hasta que, poniendo espacio conveniente entre él y sus perseguidores, refrena su trotón y marcha tranquilamente.
En aquella misma noche, sin demora ni reposo, a fin de sustraerse a la celosa furia, a la venganza y al poder de Balarán, Morsamor y Urbási, depuestas las galas y en traje de camino emprendieron un largo viaje. Muchos días, fugitivo de Balarán, caminó Morsamor con su dulce compañera.
D. Baldomero no había podido sustraerse a esa preocupación tan española de que los padres trabajen para que los hijos descansen y gocen. Recreábase aquel buen señor en la ociosidad de su hijo como un artesano se recrea en su obra, y más la admira cuanto más doloridas y fatigadas se le quedan las manos con que la ha hecho. Conviene decir también que el joven aquel no era derrochador.
Palabra del Dia
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