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De paso veremos, en el pabellón de la República del África del Sur, el diamante imperial, que sacaron allá de la tierra, y es el más grande del mundo. Aquí están las tiendas de los soldados, con los fusiles a la puerta. Allí están, graciosas, las casas que los hombres buenos quieren hacer a los trabajadores, para que vean luz los domingos, y descansen en su casita limpia, cuando vienen cansados.

Y esta noche, juerga... la más gorda de la temporada: hasta que salga el sol. Quiero que esas muchachas, al irse a la sierra, vayan contentas y se acuerden del señorito... Y traeré tocaores para que le descansen a usté, y cantaoras para que Mariquita no haga todo el gasto... ¿Que no quiere usted mujeres de esas en Marchamalo? ¡Si mi primo no se enterará!... Bueno: no vendrán.

Pero su mamá no quedará sola, puesto que yo estoy aquí dijo Juan. Además, he venido esta noche con la intención de exigir que ustedes descansen; yo velaré solo a su papá; hoy es mi turno. Querido Juan intervino la señora Aubry, trabajas bastante de día, me opongo, absolutamente, a que te prives del sueño. Me paso muy bien durmiendo poco, y nunca me he sentido fatigado.

¿Y los heridos se han quedado en medio de la calle toda la noche? No; han llegado de Saverne esta mañana, y dentro de una o dos horas, así que los caballos descansen, se pondrán en camino para Sarreburg. En aquel momento el sargento, que acababa de restablecer el orden en los carros, entró frotándose las manos. ¡Vaya, vaya!

Mayo ¿qué quieres? dije de nuevo. Y él entonces, sonó todas sus risas, sus besos y sus bronces, para rugirme como pudiera un tigre: ¡Amar...! Que descansen en paz los que cayeron porque el volcán les hizo lo que fueron: barro, barro no más, ¡Que descansen en paz!

Duermen todavía; no he querido despertarlos, para que descansen un poco más. ¿Tomará un mate, don Melchor? ¿o prefiere café? No, mate. ¿Es dulce? ¡Verdad que usted toma dulce! Vea, Garona, haga cebar dulce también. Garona llamó a una muchacha de servicio y minutos después Melchor tomaba su mate. ¿Y los equipajes, Baldomero? Ya van en viaje. El carro salió hará dos horas.

D. Baldomero no había podido sustraerse a esa preocupación tan española de que los padres trabajen para que los hijos descansen y gocen. Recreábase aquel buen señor en la ociosidad de su hijo como un artesano se recrea en su obra, y más la admira cuanto más doloridas y fatigadas se le quedan las manos con que la ha hecho. Conviene decir también que el joven aquel no era derrochador.

14 Porque los palacios serán desiertos, el estruendo de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se tornarán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses, y ganados hagan majada, 15 hasta que sobre nosotros sea derramado espíritu de lo alto, y el desierto se torne en campo labrado; y el campo labrado sea estimado por bosque.