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Actualizado: 9 de junio de 2025


Trajeron el mueble á esta casa, y en mi cuarto ha estado hasta hoy. Al principio miré aquello como un juguete, como una reliquia. De noche, en el silencio de esta casa, lo abría, contemplando con estupor las hermosas monedas que dentro había. Varias veces traté de revelarlo; pero me detenía un recelo supersticioso. A veces soñaba con fundar algún día una obra piadosa.

Y con temor supersticioso trataba desesperadamente de retardar el desenlace fatal, como si la vida de la una estuviese ligada al amor del otro y debiesen confundirse sus últimos suspiros.

El papú, supersticioso como todos sus compatriotas que creen en los genios del mar y de la noche, se guardó muy bien de tocar el papel. Al contrario, temiendo que fuera un poderoso maleficio, apresuróse a dar la orden de marcha. Convencido de que su hijo había sido muerto por los arfakis o por sus prisioneros, volvía a su aldea.

El altercado de don Juan y el Comendador hizo a la Regenta volver a la realidad del drama y fijarse en la terquedad del buen Ulloa; como se había empeñado la imaginación exaltada en comparar lo que pasaba en Vetusta con lo que sucedía en Sevilla, sintió supersticioso miedo al ver el mal en que paraban aquellas aventuras del libertino andaluz; el pistoletazo con que don Juan saldaba sus cuentas con el Comendador le hizo temblar; fue un presentimiento terrible.

Media hora después, Reyes recibía trescientos duros en oro, de manos de D. Benito, en el despacho de este, sin más testigos que los libros del protocolo, que siempre habían inspirado a Bonifacio una especie de terror supersticioso. D. Benito el Mayor tenía la costumbre de coger por las orejas a sus parroquianos y clientes a poca confianza que tuviera con ellos.

Alguna vez su espíritu supersticioso llegaba a imaginar si un demonio tentador habría venido a alojar en el cuerpecito endeble de aquella valenciana. Después de anunciar tres o cuatro veces que se marchaba, sin llevarlo a cabo por impedírselo ella, viéndose al cabo libre de sus brazos, se levantó de la butaca. La despedida fue larga como siempre.

Pero siempre conservó de tal encuentro un temor supersticioso, y aun en su más avanzada edad el buen hombre no habló nunca de estas cosas sin estremecerse.

El miedo cundió por las islas, el cual bien pronto fué acompañado del supersticioso terror que produjo en los naturales la vista de un caballo que se había desembarcado del navío San Antonio, por disposición de su Almirante Monfort, el cual prestó hombres y recursos á la obra de la conquista.

Cuando hizo una pequeña fortuna, continuó en las modestas funciones para conservar en su persona ese respeto supersticioso que infunde a los labriegos todo el que está en buenas relaciones con la ley, pero en vez de ser un pedigüeño, solicitante eterno del ochavo de los pobres, se dedicó a sacarles de apuros, prestándoles dinero con la garantía de las futuras cosechas.

La carta de don Juan escondida en el libro devoto, leída con voz temblorosa primero, con terror supersticioso después, por doña Inés, mientras Brígida acercaba su bujía al papel; la proximidad casi sobrenatural de Tenorio, el espanto que sus hechizos supuestos producen en la novicia que ya cree sentirlos, todo, todo lo que pasaba allí y lo que ella adivinaba, producía en Ana un efecto de magia poética, y le costaba trabajo contener las lágrimas que se le agolpaban a los ojos.

Palabra del Dia

consolándole

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