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El otro dio las buenas noches y se fue a su cuarto para acostarse. Aquella noche, que Cordero contó entre las más infaustas de su vida, no pudo este dignísimo sujeto conciliar el sueño, porque le asaltó, a causa de las últimas palabras de su amigo, un pensamiento tan mortificante que le cambiaría de buen grado por la quebradura de todos los huesos de su cuerpo; de tal modo padecía su espíritu.

La ansiedad por la tarde despues de acostarse y por la mañana, y hácia la mitad de la segunda parte de la noche, caracteriza tambien su accion, así como el sudor al principio del sueño, la agravacion de los síntomas en el reposo, y su mejoría estando de pié ó levantado y andando.

Y acostóse en la cama, poniendo por cabecera las calzas y el jubón. Y mandóme echar a sus pies, lo cual yo hice. Mas, ¡maldito el sueño que yo dormí!

Esa noche, cuando nos acostábamos, oímos que Inés decía a mamá: ¡Qué extraño!... Tengo las cejas hinchadas. Mamá examinó seguramente las cejas de tía, pues después de un rato contestó: Es cierto... ¿No sientes nada? No... sueño.

Mañana será otro día... El conde no ha de ser siempre diputado, señorito... y cuando llegue la ocasión, todos arrimaremos el hombro y le ayudaremos á empinarse... Octavio sintió un fuerte estremecimiento al oir el nombre del conde de Trevia, como si despertase de un sueño profundo.

La cortesía, no obstante, obligábame a luchar con el maldito sueño, de lo que resultaba un estado semejante al que los médicos llaman coma vigil, un ver sin ver, transición de imagen a fantasma, un oír sin oír, mezcla de son y zumbido.

Te lo declaro; sólo después que te he visto dirigir las cosas, es cuando he recuperado la confianza en el porvenir. Cuento contigo, Juan. serás el continuador de mi obra. ¡Ah! la realización de mi sueño sería que llegases a ser mi hijo a otro título... Pero, esto sólo puedo desearlo; no me corresponde intervenir.

El abate de La-Mennais, con aquella exageracion que le caracteriza, ha dicho: «Quien demostrase que la vida entera no es un sueño, una quimera indefinible, haria mas de lo que han podido todos los filósofos hasta hoyYo creo que hay en esto graves dificultades, pero no puedo persuadirme que sean insolubles.

Al fin el cansancio me hará dormir. Si yo no pensase... ¡Qué felices deben de ser los burros!... Firme, mujer; mientras más apasionado esté Joaquín, más fría y tiesa ... Ya siento a D.ª Laura trasteando por la casa. Ya entra la luz del sol en mi cuarto. ¡Es de día y yo despierta! Todos, todos los talentos que hay en mi cabeza, los doy, Señor, por un poco de sueño.

Y de pronto exclamó, enderezándose en el sillón: Lo que a me subleva, me ahoga, me mata, me quita el sueño, el apetito, la vida, es que ellos van a reírse, van a burlarse, van a gozar de nuestra desgracia. Si me parece ver a esa harpía de Casilda, a ese hambriento de Pablo Aquiles... ¡Ay! ¡no, yo no podré soportarlo, no, no! Se ahogaba.