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Actualizado: 13 de mayo de 2025


¿Para qué necesito los rayos de ese sol se dijo, si el fuego que arde dentro de mi alma me calienta y me conforta mejor? ¿Qué vale esa luz efímera, comparada con esta otra que no se oscurecerá jamás? Vivir en la vida de los sentidos es ser un esclavo del tiempo y la necesidad. Todo lo que no pertenezca al ser interior y libre que dentro de he conseguido hallar me es extraño e indiferente. ¡Oh, no! No temblaré ya como un esclavo. Tengo la conciencia de mi libertad. No necesito morir para recobrarla. Este sentimiento de mi libertad me llena de gozo, soy un emancipado y llevo impreso en el alma el sello de mi Dios. Nada de lo que sucede, nada de lo que sucederá puede alterar la paz de mi corazón. El pulso de mi vida interior batirá con la misma fuerza hasta que suene la hora de dejar este mundo. He comido de la carne y he bebido de la sangre del Redentor, y según sus promesas, yo habito en

Rosita sacó la guitarra y cantó algunas canciones, acompañándose con ella, y luego, como en honor de Martín, entonó un zortzico con letra castellana, que comenzaba así: Aunque la oración suene Yo no me voy de aquí; La del pañuelo rojo Loco me ha vuelto a . Y el estribillo de la canción era: Aufa que el campanero La oración va a tocar, Aufa que yo te quiero Maitia, maitia, ven acá.

La protección de quien quiso dispensársela, y su buena fortuna, le empujaron de tal suene, que a los cincuenta años llegó Acolín a canónigo de una basílica, y veinticuatro meses después era preconizado obispo, con gran regocijo suyo y de su ama de gobierno.

»Me es imposible casarme en esas condiciones. »Tengo fe, sin embargo, en la Providencia y espero tranquilamente que suene mi hora. La mujer con quien debo casarme existe seguramente y vendrá a . La espero con confianza y una ternura que no pide más que entregarse... »Perdone usted esta confidencia demasiado personal, en gracia de la intención que la ha motivado.

Así deberían perecer los habladores. El sobrino se calló; volvió el tío á su lectura, y no había pasado un cuarto de hora, cuando se dirigió de nuevo al lecho del joven que, vencido por el sueño, dormía ya profundamente, y gritó: ¡Despierta, Lázaro! Y despertó dando un salto, aterrado y convulso, como debemos despertar el último día, cuando suene la trompeta del Juicio.

Eso de «cursi» podrá aplicarse al que sueñe con el jesuíta temible, en Londres ó en Berlín: pero aquí ¡vaya con la cursilería! ¡y no puedes moverte sin tropezar con ellos!... ; aquí dominan mucho dijo el millonario con gravedad.

Cuando el indio pronúnciale al despuntar la aurora, sabe que ese mundo inocente, nácar, perlas, humildes conchas, hace coro con él desde el fondo de los mares. Comprendo perfectamente que en presencia de la perla, el alma ignorante y encantadora de la mujer, sueñe y se conmueva sin saber por qué. Dicha perla no es ni persona ni cosa: hay en ella todo un mundo de conjeturas.

Cuando ella muriese, él no recibiría la noticia de su muerte. Iba á pasar el resto de su existencia sin saber con certeza si la otra vivía aún. Después de este encuentro adivinaba su final. Era de las que salen de la vida de un modo trágico, pero sin estrépito, sin que suene su nombre, habiendo sobrevivido muchos años á su historia muerta.

Cuando suene la última hora, será preciso morir, y encontrarme con la nada ó con la eternidad. Este negocio es exclusivamente mio, tan mio, como si yo existiera solo en el mundo: nadie morirá por ; nadie se pondrá en mi lugar en la otra vida, privándome del bien, ó librándome del mal.

Nadie tiene derecho, se dijo, a convertir el escepticismo en inacción. Mientras en el mundo suene una queja engendrada por el egoísmo y la injusticia, quien se precie de bueno debe luchar hasta morir, que para caer herido en defensa de lo santo no hace falta creer: basta amar.

Palabra del Dia

hociquea

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