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Actualizado: 22 de junio de 2025


El diablo, que es agudo en todo, ordenó que venida la noche, yo deseoso de gozar la ocasión, me subí al corredor, y por pasar desde él al tejado que había de ser, vánseme los pies y doy en el de un vecino escribano tan desatinado golpe, que quebré todas las tejas y quedaron estampadas en las costillas.

Pensamiento que vuelas Más que las aves, Llévale ese suspiro A quien sabes; Y dile á mi amor Que tengo su retrato En mi corazón. A la rama más alta De tu amor subí; Vino un aire contrario Y al suelo caí; Que esto sucede Al que en alas de cera Al sol se atreve.» V. las Poesías de D. Alberto Lista, primero que las ha compuesto.

Me parecía ver a mi madre esperándome en la escalera con una espada de fuego... subí temblando... Tardé más de una hora en volver a mi cuarto, porque no andaba, sino que me arrastraba lentamente para no hacer ruido. Al fin, llegando a la alcoba, corrí a tu cama para confesártelo todo y no estabas allí. Figúrate cuál sería mi confusión.

Lo sometí a un registro metódico, pero como no pude encontrar ninguna cavidad insospechada o botón oculto, después de echar una última mirada a esa fotografía que había hecho andar a Blair vagando extenuado durante meses y años para identificarla, apagué las lámparas y cruzando el gran hall antiguo, con sus armaduras de pie que parecían conjurar visiones de caballeros espectrales, subí a mi pieza.

Pues verdaderamente que el señor Confucio no anduvo desacertado en la parabolita dijo la marquesa . Pero al aplicarte el cuento, te las calzas al revés, amigo mío... No debes de decir subí, sino bajé, porque esos triunfos de tu vida no te han ensalzado, sino rebajado mucho... Por eso debiste decir: «Bajé al charco de Tam-Sam y la idea de la virtud la perdí de vista, me hundí en la cisterna de Tai-Sam, mucho más profunda, mucho más cenagosa, y las ideas del honor y del deber se borraron del todo...»

Te llamé, no me respondiste.... Cuando mis ojos pudieron ver de nuevo, el arco iris había desaparecido.... Salí para buscarte, creí que estabas en la huerta... bajé, subí, y aquí estoy.... Te encuentro tan maravillosamente hermosa que me parece que nunca te he visto bien hasta hoy... nunca hasta hoy, porque ya he tenido tiempo de comparar.... He visto muchas mujeres... todas son horribles junto a ti.... Si me cuesta trabajo creer que hayas existido durante mi ceguera.... No, no, lo que me ocurre es que naciste en el momento en que se hizo la luz dentro de , que te creó mi pensamiento en el instante de ser dueño del mundo visible.... Me han dicho que no hay ninguna criatura que a ti se compare.

Oíase desde la sala la murmuración del chorro de una fuente, la cual con tal constancia estimulaba el oído, que Rufete se pasaba horas enteras en conversación tirada con el agua charlatana en estos o parecidos términos: «En todo lo que Su Señoría me dice, señor chorro, hay mucha parte de razón y mucho que no puede admitirse. Subí al poder empujado por el país que me llamaba, que me necesitaba.

Subí al coche, y bajamos pausadamente á través de los Campos Elíseos, hasta la plaza de la Concordia. Allí me apeé, y me dirigí hacia las fuentes.

Estas poco optimistas cavilaciones las supuse inducidas por el pastel que todavía tenía en el estómago, de manera que me levanté y dije a Ingomar que me mostrara la habitación, pues quería acostarme. Siguiendo al terrible bárbaro, que blandía una vela de sebo encendida, subí por la escalera arriba, hacia mi cuarto.

Subí el primer tramo maquinalmente; pero al llegar allí me acordé de mis nervios, no podia suponer que en Francia hubiese dos pisos principales, uno abajo y otro arriba, y creí llegada la ocasion de preguntar de nuevo: ¿Dónde va usted, señora? Es aquí, es aquí. Perdone usted; el caballero que nos recomienda nos dijo que su ama de usted vivia en un piso principal.

Palabra del Dia

rigoleto

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