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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Total, que gana más dinero que yo, y a pesar de esto, se cree postergado en su cargo... ¡Un empleo tan hermoso! ¡Marchar en las grandes procesiones al frente de todos, junto a la gran manga de la Primada, con una horquilla forrada de terciopelo rojo para sostenerla si es que cae, y vestido con un ropón de brocado escarlata, como un cardenal!
Creo que se nos desmaya, Cornias... Era de esperar... El horror, el frío... ¡Desgraciada de ella... desgraciado de mí... desgraciados de todos, si esto ocurre antes de llegar tú a recogernos! Ya no podía más... me faltaban palabras para alentarla; fuerzas para sostenerla... y para sostenerme yo mismo. ¡Qué situación, Cornias! ¡Qué cuarto de hora tan espantoso!
»Pero no tuve más remedio que prepararle todo para que escribiera. Desgraciadamente no me había engañado en mis presunciones: estaba tan débil que a pesar de sostenerla yo la acometió el vértigo y cayéndosele la pluma de la mano se desplomó de nuevo sobre la almohada. »Reposó un momento, y luego me dijo, con voz débil: » Tenías razón, Amaury: yo no puedo escribir. Hazlo tú, que yo te dictaré.
A fuerza de transacciones y equilibrios, había conseguido hasta entonces sostenerla lo mismo que el Liceo. En éste, por supuesto, ni había representaciones teatrales ya, ni se bailaba sino en días señalados, como el de las Candelas, los de Carnaval y el de Santa Engracia.
Nélida, ¡por Dios! baja de la ventana. Pero ella reía de su miedo, segura al mismo tiempo de la fuerza con que la mantenían sus brazos. «¡Ah... ah... ah!» Y echaba el cuerpo atrás, en el vacío, con tal ímpetu, que Ojeda hubo de hacer grandes esfuerzos para sostenerla. Di que si yo cayese te echarías de cabeza para salvarme... Di que morirías por tu nena...
La vi tambalearse, pero al movimiento que hice para sostenerla se desprendió por un impulso de inconcebible terror, abrió desmesuradamente los ojos extraviados y exclamó: «¡Domingo!...» como si despertara de un mal sueño que hubiese durado aquellos dos años; luego dio algunos pasos hacia la escalera arrastrándome en pos de ella sin conciencia de lo que hacía.
JEFES MILITARES: Respetad y obedeced la autoridad civil; estad siempre en vigilia para sostenerla contra todo aquél que intente derrocarla; éste es vuestro deber. CIUDADANOS TODOS: Respetad la religión de nuestros padres y sus ministros, las leyes que nos rigen y las autoridades constituídas. Si así lo hiciereis, seréis felices y no tendréis motivo de arrepentimiento.
Viéndola tambalearse, Fabrice corrió a sostenerla, depositándola suavemente sobre el rústico asiento; sus risas callaron, poco a poco se agitaron sus miembros en los esfuerzos de la convulsión, y al fin yació desmayada. ¡Nos había escuchado!... ¡Todo lo sabía! murmuró el pintor como hablándose a sí mismo. Tornóse a Pierrepont, inmóvil a dos pasos, pálido cual un cadáver en su ataúd.
Se quitó luego el sombrero, y por la primera vez pudo Francisco verla con la cabeza descubierta, mostrando su espesa cabellera gris ligeramente rizada. ¡Hable usted! dijo ella sentándose, pues la angustia la hacía temblar como una hoja en el árbol y apenas podían sus piernas sostenerla.
Feliciana cerraba los ojos, estremecida por el chaparrón de besos, vibrando su virgen sensibilidad con el apretón de los masculinos brazos, sintiéndose próxima a caer al suelo, como si las piernas temblorosas no pudiesen sostenerla, murmurando entre suspiros dulces: Basta... déjame... Que me matas: que grito... Asesino...
Palabra del Dia
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