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Hacía pocos momentos que un ruido sordo y continuo parecía anunciar la vecindad de una catarata, cuando el valle se cerró repentinamente y tomó el aspecto de una garganta solitaria y salvaje.

El guapo dirigió la suya hacia otro sitio, se puso un poco colorado y procuró distraer la atención de los amigos. Aquel aviso tácito le impresionó más de lo que contaba. Mas cuando hubo pasado el efecto y pudo recapacitar nació en su alma un sordo despecho con mezcla de desaliento. Ahora fué cuando entendió claramente que la situación había cambiado.

Sólo estando muy cerca de ella, como estaba el sobrino de Coletilla en aquel momento, era posible oír aquellas palabras. ¡Soy muy desgraciada! repitió con un rumor débil, sordo, apagado, como esos murmullos de rezo que turban en las horas de tranquilidad el profundo silencio de las catedrales.

Ya se oía el rumor sordo y como subterráneo de las ruedas... el aliento fogoso de los caballos cansados... y, por fin, la voz chillona de Ripamilán.... Ahora callaban los del coche grande. La carretela iba a pasar junto al Magistral, que se apretó a la columna de hierro, para no ser visto. Pasó la carretela a trote largo. De Pas se hizo todo ojos.

Pero éste le contuvo: «Franco-tiradores disfrazados, que van á recibir su castigoLas bayonetas alemanas se hundieron en sus cuerpos. Después, una culata cayó sobre la cabeza de uno de ellos... Y los golpes se repitieron con sordo martilleo sobre las cápsulas óseas, que crujían al romperse.

Con ademán violento suelta su capa; da un salto, y se oye el golpe sordo de una caída contra la roca viva. Gertrudis, medio desvanecida, se agarra a la cadena; en el agua transparente ve pasar un bulto obscuro que desaparece en el torbellino de espuma. Un segundo después pasa otro bulto... Pasan como dos sombras delante de ella. Alza los ojos.

24 Y luego el padre del muchacho dijo clamando con lágrimas: Creo, Señor, ayuda a mi incredulidad. 25 Cuando Jesús vio que la multitud concurría, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 27 Pero Jesús tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.

Al ver de lejos la comitiva, la multitud se agitó tempestuosamente, y hubo un sordo clamor general: ¡Ya están ahí, ya están ahí! Dicen que tenían preparado para esta noche el asesinato de todos los liberales de Nieva. ¡Ah, tunos! ¡Gracias que han caído antes en la ratonera!

La ligera intranquilidad de los «clubmen» ha desaparecido con la presencia de la representación oficial. Un rumor sordo, de muchedumbre lejana, llega de las tribunas populares a las del Jockey: un vocerío compacto de emoción, de alegría, de ansiedad, al ver cruzar los corceles alígeros, raudos como flechas disparadas por arcos a máxima tensión.

Aben-Hud, aunque ambicioso, era de noble corazon: no se hizo ni pudo hacerse sordo al llamamiento de una de las primeras ciudades de su patria. Pospuesto todo interes personal, se dejó caer sobre la ciudad con el grueso de su ejército. La encontró medio cercada; mas no por esto cejó; antes se mostró dispuesto á combatir hasta que S. Fernando levantase el sitio.