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Actualizado: 3 de mayo de 2025
De vez en cuando, en la muralla de palabras incomprensibles se abría un desgarrón, una gran ventana, por la que contemplaba la muchacha un cielo nuevo, otro sol, un mundo sobrenatural que sólo habitaban los seres como Isidro.
¿Qué hay? dijo ella, con la misma frialdad, volviendo la cabeza. Escucha, por Dios, un momento.... Te he dicho eso arrebatado por los celos, pero sin intención de herirte.... ¿Cómo he de ofenderte yo a ti cuando te quiero, te adoro como a un ser sobrenatural?... A éstas siguieron otras muchas palabras fogosas empapadas de cariño, mejor aún, de devoción.
La hacía aún más respetable, prestándole algo de misterioso y sobrenatural, el que hubiese pocas personas que se jactasen de haberla visto, ni menos hablado. Se aseguraba, no obstante, que era hermosísima mujer, de treinta y siete años, pero que parecía mucho más joven por la esbeltez, elevación y gallardía de su cuerpo.
Quería parir con el milagroso comadrón popular, a quien jamás se le moría ninguna cliente. Damas y mujeres del pueblo tenían más fe en aquel hombre que en San Ramón. Las que morían, morían siempre en poder de los tocólogos sin prestigio sobrenatural. El comadrón insigne sabía llamar a tiempo a sus colegas.
El duque se creía delante de un poder sobrenatural y no pudo irritarse; le faltaba completamente el valor. Adelantó vacilante, y se apoyó en el sillón destinado al secretario. Siéntate, siéntate y no tiembles dijo el bufón dulcificando su voz ; nada te sucederá si tú no quieres que te suceda. El duque se sentó maquinalmente.
Ana y la influencia que se habían separado de él volvían a un tiempo; Ana más humilde que nunca, la influencia con cierto carácter sobrenatural. Sí, él estaba seguro de ello, conocía a los vetustenses; un entierro les había hecho despreciar a su tirano, otro entierro les haría arrodillarse a sus pies, fanatizados unos, asustados por lo menos los demás.
Se quitó el gorro y se lo encasquetó después de un golpe seco, lo que es en él señal de la más violenta agitación. Sí, Máximo, eso es lo que ella querría, el bautismo... El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo... Toda la Trinidad... Es mucho, señorita, es mucho... Máximo dijo con dulzura un tanto desdeñosa: Cuando se toma lo sobrenatural, no hay que disputar por la cantidad.
Y el demonio me prestó, sin duda, el poder sobrenatural y los medios de seducción casi irresistibles, con los cuales tendí a usía mis infernales redes, donde por vez primera logré que usía cayese, para insultarle y maltratarle luego con infamia. Y más vale así, porque peor hubiera sido que hubiésemos caído ambos en más honda sima y en pecado más grave.
Lacante continuó: Te dejaré el gozo sobrenatural de un lazo invisible que nos tendrá unidos en la gran noche próxima...
Cualquiera que sólo hubiese leído estos dramas de Lope, no dudaría en formar de su talento para la composición dramática la idea más favorable, puesto que plan y caracteres se sacrifican con demasiada frecuencia al afán de ofrecer nuevas y sorprendentes situaciones, y á la propensión á lo sobrenatural y monstruoso.
Palabra del Dia
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