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Actualizado: 9 de mayo de 2025


13 La Iglesia que está en Babilonia, juntamente elegida con vosotros, os saluda, y Marcos mi hijo. 14 Saludaos unos a otros con beso de caridad. Paz sea con todos vosotros los que estáis en Jesús, el Cristo. Amén. 1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesús, el Cristo, a los que habéis alcanzado fe igualmente preciosa con nosotros en la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesús, el Cristo:

Bajo esta impresión le dijo, pasados breves instantes de silencio: Pues volviendo a la pregunta con que me hizo el honor de saludarme, ha de saber usted que me sorprendió, tanto más, cuanto que estuvo a dos dedos de mi pensamiento. Naturalmente. Diplomático y periodista, ¡figúrese usted qué se me ocultará a ! No es esto decir que mañana precisamente... Es lo mismo, señor don Simón.

Mira, hijo, que si me llego á con este cinto mío y empiezo á darte zurriagazos lo vas á sentir de veras, dijo Simón entre las carcajadas de todo el concurso. Pero se hace tarde, Reno, y cuando los polluelos empiezan á piar contra gallos viejos como yo, es hora de que vuelvan al gallinero. ¡No, no, venga otra canción! gritaron muchos. ¡Que cante Sabas!

Don Roque Simón era el nombre del escribano, y aunque en un principio tenía escasa fortuna, tomó un Oficio, y apenas se vió con él, supo darse tales trazas, empleó tales manejos y se metió con gente de tal calaña, que llegó pronto á revestirse por de una autoridad con la cual llevó á cabo los más desatinados desmanes.

14 Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea, predicando el Evangelio del Reino de Dios, 15 Y diciendo: El tiempo es cumplido; y el Reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al Evangelio. 16 Y pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón, y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.

, que el aire ha refrescado mucho, dijo la dama, tomando el brazo del barón. Dirigióse la noble pareja hacia el castillo, seguida de Simón, que se alegraba de haber desempeñado su misión y visto á su querido capitán de otros tiempos, y de Roger, admirado de hallar en el afamado guerrero á un hombre modesto y afable, sin sombra de la insufrible altivez de muchos nobles.

Simón Aluardo, para serviros. Pues mírame bien, camarada, y no tendré necesidad de nombrarme. ¡Mala bombarda me parta si no es esa la cáfila de Reno el arquero! Embrasse-moi, camarada; y ambos amigos se estrecharon como dos osos. , el arquero Reno, ahora ballestero al servicio del barón, y casi olvidado ya de disparar ballesta ó arco.

Era el que hablaba un rudo campesino de alta estatura, que al acercarse levantó ambas manos, á cada una de las cuales le faltaban el pulgar y los dos primeros dedos. ¡Por San Jorge! ¿Quién os ha maltratado de esa manera, camarada? preguntó Simón.

Don Simón, pues, es ya todo UN HOMBRE DE PRO; y para que nada le falte, hasta tiene la conciencia de su importancia.

¿Y con esta miseria hay que vivir y recobrar lo hipotecado, si no me resigno a perderlo? Es seguro, por triste que parezca. ¡Bien se ha robado en esta casa, Simón, desde la muerte de mi pobre abuelo!

Palabra del Dia

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