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Al sentir esta estocada al pecho, Simón miró a Juana, Juana miró a Simón; y el señor cura, mirando al uno y a la otra, adivinó lo que, al cabo de un rato y después de sonreír y vacilar mucho, contestó Simón en estas palabras: Ya veo, don Justo, que para usted no hay secretos ni disculpas. La verdad es que tenemos una niña que no puede educarse aquí como nosotros quisiéramos.

Debían los expedicionarios ir a pernoctar a un pueblo que aún distaba tres horas, y a cierto caserón medio feudal, perteneciente a un hidalgo solitario que le habitaba. Era éste persona de bastante prestigio en aquel país, aunque de escasas rentas, y estábale don Simón muy recomendado por algunos amigos de la ciudad.

Lo cual renueva mis temores de ver cumplida también su otra visión profética sobre el asedio de Monteagudo. Pero no puedo creer que haya llegado hasta Salisbury una fuerza enemiga francesa ó escocesa bastante numerosa para atacar el castillo. Convoca á esa gente, Simón, y en marcha.

En lo que te he dado, Simón, la mayor prueba que puedo darte de mi absoluta confianza en la administración de mis caudales. Precisamente, señor, del deseo de corresponder dignamente a la inmerecida honra que me dispensa Vuecencia en esa prueba, nace el empeño de enterarle...

D. José Bagué. D. Juan Antonio Hernandez. Tenientes. D. Francisco Macedo. D. Felipe Galves. Alfereces. D. Gerónimo Gonzalez. D. Domingo Lorenzo. Ayudante. D. Bernardino Galves. Capellán. El presentado, Fray Juan Simon Rodriguez, del órden militar. Todos los expresados, á excepcion del capellan, son vecinos de la jurisdiccion de la Villa de Nuestra Señora de Lujan.

Don Simón consiguió muy fácilmente ser, no de los primeros, sino el primero entre los primeros suscriptores, porque el empréstito tuvo pocos golosos. Pero el Ministro no le concedió el ofrecido premio.

Siguiendo su acostumbrado procedimiento, Roque Simón insultó y prendió sin motivo alguno, en 8 de Octubre de 1636, á un panadero del Salvador, llamado Lope Gordillo; pero aquel atropello no le salió tan bien como todos, pues sabiéndolo el teniente mayor del Asistente, que tenía deseos de poner ya coto al escribano, hizo prender á Roque, llegando á tanto la osadía de amigos y compinches que la sala de alcaldes se llevó la causa.

De retorno de este viaje es cuando, verdaderamente, se ve darse a luz a la familia de don Simón.

Corrieron los días, y se aprobó el acta de don Simón, como se lo tenía prometido el ministro; se constituyó el Congreso, y dieron comienzo los primeros debates políticos, apareciendo en escena los guerrilleros parlamentarios, como en avanzada de los expertos capitanes que habían de salir más tarde a dar las batallas decisivas.

Por este lado, pues, los asuntos de Simón y de Juana habían marchado viento en popa. No así los demás; es decir, aquellos que se relacionaban íntimamente con la vanidad de Juana, y las no más cortas, aunque más disimuladas, aspiraciones de Simón.