Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de julio de 2025


El hombre no sólo monopolizaba el gobierno, la justicia, la enseñanza y todos los medios de producción; guardaba además las armas, como un privilegio de su sexo. ¿De qué modo vencer á los hombres, cuando disponían de instrumentos destructores como jamás se conocieron en nuestra historia?...

El sexo feminil y lacrimoso Levanta hácia el cielo vocería. Con la furia del viento tan furioso La una nave de otra se desvía; Mas volviendo la mar en su reposo Conviertese el dolor en alegría, Y llegan á Can

También sería bueno hubiese en la capital un seminario para enseñar niñas a todas las labores propias de su sexo, y principalmente al gobierno de una casa y familia, a la crianza y educación de los hijos y demás correspondiente a las mujeres; y así a éstas como a los muchachos se deberían instruir con perfección en el idioma castellano, formando, para que todo se consiguiese y tuviera el debido efecto, una buena instrucción y poniéndolo todo a cargo de un director cual convenía.

Volvieron en tropel á la iglesia, y hallaron que los que habian quedado sacaban á D. José Ibarguen, vestido de muger, trage que tomó para confundirse con el sexo, y estando rezando con las demas, lo acusó un criollo.

Indudablemente algún hombre dedicado á la ciencia había hecho en favor de los de su sexo un invento semejante al de aquella sabia mujer venerada en el templo de los rayos negros. Ahora las máquinas voladoras que iban llegando al palacio del gobierno procedían de los más diversos extremos de la República. En casi todas las provincias acababan de sublevarse los hombres.

Creo que el mérito maestro de ese cuadro no consiste, sino en que teniendo todas las formas de mujer, no nos hace experimentar la emocion del sexo; en que tiene esa indecision misteriosa del pensamiento, de la conciencia, de la esperanza; es decir, de la Vírgen, porque la esperanza es toda la vida y toda la belleza de la virginidad.

Las «soldaderas» hablaban de ella como de una gloria de su sexo, colocándola al nivel de los jefes más célebres de la revolución. Los hombres, por galantería instintiva, admiraban su hazañas, exagerándolas, como si nadie pudiese igualarlas. Todo el ejército repitió lo mismo al hablar de los esposos Martínez. «

Y en aquel momento, como si quisieran probar aquellas amables criaturas que llevar siempre la contra es el rasgo peculiar del sexo, callaron todas de repente, siguiéndose un silencio profundo, un calderón prolongadísimo de cerca de un minuto, seguido, a su vez, de un allegro alborotado, un crescendo inverosímil, rápido y vivace... Algo gordo sucedía, y el respetable Butrón y el filosófico Pulido acudieron al punto muy azorados a sus respectivos observatorios... Entraba la condesa de Albornoz, con aquel paso de que habla Virgilio, que revela una reina o una diosa, inclinando la cabeza con el aire de vanidad satisfecha de aquel emperador romano que encogía la suya al pasar bajo los arcos de triunfo, por miedo de tropezar en ellos con la frente; seguíala la marquesa de Valdivieso, una de las cómodas amigas de fácil contener que traía ella siempre a retortero para que la acompañasen como damas de honor, sirviendo, según su frase, de marco a su elegancia.

Pero el capellán de Sarrió no se hallaba penetrado de la intención de su compañero, y si se hallaba, no alteraba gran cosa sus sentimientos. Ateníase al resultado, y éste era triste para él. Antes de la llegada de Gil puede decirse que campaba él sólo entre el bello sexo de Peñascosa y señoreaba sus conciencias. Los demás capellanes no le hacían sombra alguna. Era el niño mimado de las beatas.

Su culto a la dama no tenía que ver nada con las exigencias del sexo. La mujer era el sujeto poético, como él decía, pues se preciaba de hablar como los poetas de mejores siglos y al asunto solía llamarlo sujeto.

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando