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Actualizado: 1 de julio de 2025
Estoy lucido, como hay Dios». Fortunata le cogió gallardamente en brazos y le metió en la cama. Aún podía ella más. Ambos se reían; pero después de la risa, Maximiliano dio un suspiro, diciendo con la tristeza mayor del mundo: «¡Qué fuerza tienes!... ¡Y yo qué débil! ¡Y a este llaman sexo fuerte! ¡Valiente sexo el mío!».
Algunas veces toma un libro, y es lo mejor que puede hacer, porque entonces se queda dormido. Pero su fuerte son las conquistas; este es su caballo de batalla, su idea fija y toda su esperanza, aunque todavía en verde. Tiene con respecto al bello sexo, la misma ilusión que con respecto a los pesos duros el gallego que fue a México, creyendo que no tendría más que bajarse para recogerlos.
Mi mujer echó la que iba dirigida á la hermana, y yo la que iba dirigida al padre del chico, como si creyéramos que podia ejercer alguna influencia la electricidad particular de cada sexo. Al arrojar las cartas por el buzon, mi mujer y yo exclamamos al mismo tiempo: ¡Dios las lleve por buen, camino!
Cambiáronse apuestas a discreción respecto al resultado: Tres contra cinco que Sal saldría con bien de la cosa; además, también apostose que viviría la criatura y se atravesaron apuestas aparte sobre el sexo y complexión del futuro huésped. En lo más recio de la animada controversia, oyose una exclamación de los que estaban más cercanos a la puerta, y todo el mundo aguzó los oídos.
La anciana condesa disputó más de una vez a la señora de La Tour de Embleuse las fatigas y las molestias del estado de enfermera. Cada una de ellas quería encargarse de los cuidados más penosos y de esos servicios en que estalla la abnegación del sexo sublime. El viejo duque proporcionaba a su mujer un suplemento de preocupaciones sin el cual hubiera podido pasarse perfectamente.
Ella seguía con su padre, siendo la señorita que vive entre hombres, de hotel en hotel, algo masculina en sus ademanes; la virgen á medias, que lo sabe todo, no se asusta de nada, guarda ferozmente la integridad de su sexo, calculando lo que puede valer, y adora la riqueza como la divinidad más poderosa de la tierra.
Al llegar a ella Osorio se encontró con unas veinte personas del sexo femenino, que Clementina había elegido entre las conocidas más envidiosas, las que más habían murmurado con motivo de su ruptura. Adoptó la mejor actitud para semejante caso.
El P. Narciso era, como ya sabemos, el director espiritual y el ídolo del sexo femenino de Peñascosa.
Lleno de furor el jefe español mandó pasar á cuchillo, además de los prisioneros, á gran parte de inofensivos vecinos, sin respetar sexo ni edad.
Una treintena de indios é indias están sentados en el sajig; un indio templa las dobles cuerdas de metal de su guitarra, y un individuo del sexo fuerte y otro del débil, esperan que aquella esté á punto, teniendo la mujer sobre la cabeza una taza llena de vino de coco.
Palabra del Dia
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