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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Si yo me muero por servirla: mire que yo soy como las tacitas de coco, que dicen en letras muy guapas: 'yo sirvo a mi dueña'. Voy a poner la puerta de mi casa llena de tiestos de flores, y a alquilar a los músicos, el día que mi niñita vaya a verme. ¡Y, eso que yo no se lo hago a nadie: porque no lo hago por servicio, sino porque le he cobrado mucha afición!».
LUBINA ASADA. Limpia y sazonada se pone en una cacerola con pimienta inglesa y mantequilla, metiéndola al horno; a medio asar se saca, se pone bien por encima perejil picado y se riega con zumo de limón, poniéndola otra vez al horno hasta que termine de hacerse; al servirla estará bien con huevo duro y muy picado.
Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo». De Venezuela pasó, de nuevo, llena el alma de tristezas y emociones viriles, a la Babel moderna de los rubios mocetones y las nevadas inclementes: a New York, a esa ciudad de las ansias, de las regatas, de los afanes, de las prisas, a ese horno colosal donde se sazona el egoísmo y se pierden entre espirales de humo y ruidos de maquinarias, los besos y las lágrimas....
GALLINA DORADA. Después de cocida la gallina, se envuelve en lonjas de tocino, se atan y se pone al asador a fuego lento; después se quitan las lonjas y sola la gallina se deja un ratito a dorar; cuando tiene color se unta con yema de huevo batido, y con la yema que sobre y el jugo que haya soltado la gallina se hace una salsa para servirla a la vez.
Mostraban que en servirla eran servidas, Y que por su ocasion de todas gentes En mas veneracion eran tenidas. Su influjo y su reflujo las corrientes Del mar y su profundo le mostraban, Y el ser padre de rios y de fuentes. Las yerbas su virtud la presentaban, Los arboles sus frutos y sus flores, Las piedras el valor que en sí encerraban.
Y con esta manera de condición hace más daño en esta tierra que si por ella entrara la pestilencia; porque su afabilidad y hermosura atrae los corazones de los que la tratan a servirla y a amarla, pero su desdén y desengaño los conduce a términos de desesperarse; y así, no saben qué decirle, sino llamarla a voces cruel y desagradecida, con otros títulos a éste semejantes, que bien la calidad de su condición manifiestan.
Sería prudente evitar sus comprometedoras asiduidades... Disculpe usted mi franqueza, Currita. Ya sabe que sólo hablo por servirla... ¡Y si estoy equivocado, perdóneme también!
Señora, no olvido mi pasado, mi niñez. En lo que yo pueda servirla, como hombre, la serviré. Como pastor, como prelado, cumpliré con mi deber, con entera independencia. Si usted me pregunta cosas de mi vida, le responderé; si cosas de mi ministerio, me veré obligado a desairarla, y la culpa no es mía. Pide el báculo y dame cuatro palos; ya no te falta más que eso.
SALSA PARA AVES. En cien gramos de manteca se doran otros cien de harina; se agrega vino blanco, y cuando empieza a enfriarse se mezclan yemas de huevo bien batidas, procurando que la mezcla quede bien hecha. Se vierte sobre las aves al tiempo de servirla.
Por supuesto, estaba decidido a servirla contra su propio hermano, contando con la ayuda de Dios. ¿Acaso no triunfaba en los demás propósitos que formó? Su madre había entrado de lleno en el buen camino, y su hermana había renunciado al devaneo con Millán.
Palabra del Dia
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