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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Una vez en mi cátedra, ante cientos de cabezas, de ojos y oídos dirigidos hacia mí, el sentimiento del deber profesional, y más aún el temor de fracasar miserablemente, han triunfado del desorden de mis ideas. Me he hecho violencia, me he serenado, y he dado la carrera sin vacilar hasta saltar victoriosamente el último foso.
Cuando á las diez de la mañana volvímos á salir, el tiempo se habia serenado, y cada lago y cada nevera lejana reverberaba con esplendor, reproduciendo la magnífica iluminacion del cielo.... Küssnach, Immensée y el lago de Zug. La capital y el canton de Zug. Horgen y el lago de Zuric. Instituciones y condiciones sociales del Canton. La ciudad de Zuric, situacion y aspecto.
En Portugalete, al tomar el tren, iba de un lado á otro del vagón, con una nerviosidad que inspiraba cierta inquietud á los viajeros, cantando entre dientes todos sus recuerdos musicales que tenían algo de tierno y amoroso, todos los dúos en que el tenor, con la mano sobre el pecho, jura eterna pasión á la tiple. ¡Qué noche, doctor!... Después se había serenado; su felicidad adquirió cierto sosiego, pero aun así, cada día le traía nuevas y profundas emociones.
Juan se aproximó, y, tratando de afirmar su voz, le dice: Buenos días, María Teresa, ¿su papá sigue bien, verdad? Al llegar, he tenido, por Francisco, buenas noticias. Esto me ha tranquilizado; su telegrama me había alarmado mucho. Mientras él habla, la joven se ha serenado. Sí, la calma, el reposo, le han hecho gran bien. Nada sirve como el campo y el aire del mar para los convalecientes.
No tardó siquiera media hora en entrar: traía puesta otra levita, el rostro se le había serenado por completo y se mostró en seguida tal cual era: jovial, divertido, siguiendo durante toda la noche de un humor excelente. Cuando a las doce, poco más o menos, se deshizo la tertulia y salieron, cogió del brazo a Miguel y le preguntó alegremente: ¿Qué te parece de Anita? Es una señora muy amable.
La cabeza se le había serenado; la respiración era fácil aunque corta; la debilidad crecía atrozmente en las extremidades. Pero mientras la personalidad física se extinguía, la moral, concentrándose en una sola idea, se determinaba con desusado vigor y fortaleza.
Se vió de pie en el centro del estudio, mirando con inquietud hacia la puerta, murmurando estúpidas excusas. «Debo irme: es tarde. Me esperan unos amigos...» Ella se había serenado. También estaba de pie, y le miró con asombro é ira. Tú eres el único que podías hacer esto dijo, al despedirle, con un acento cortante . Ahora veo claro. Te odio como tú me odias. Mi capricho era estúpido.
Cuando Gaitica me maltrató y no pude hacerle pedazos ni aplastarle con la zapatilla, también tuve un momento de bochorno, de ira y de desesperación en que quise suicidarme. Pero después me he serenado. Eso de matarse se deja para los tontos. El que quiera viaducto, con su pan se lo coma. A vivir, vidita, que vivir es lo seguro. Alma atrás... Lo quiere el mundo, pues adelante.
Ya, más tarde, durante el almuerzo, en medio de los convidados, a la vista de D. Acisclo y del P. Enrique, y después de haberse serenado y repuesto de la primera emoción, doña Luz habló a D. Jaime con reposo; le halló dispuesto a todo, y como ella no tenía padre ni madre a quien consultar, ni él tampoco los tenía, ambos determinaron casarse sin ruido ni aparato, y lo más pronto posible.
Palabra del Dia
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