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Actualizado: 15 de mayo de 2025
La hermana soltó una carcajada tan fresca, tan argentina, tan deliciosa, que yo, en vez de turbarme, me sentí sacudido con dulce y grata vibración y seguí cada vez más sofocado describiéndole con locas hipérboles la impresión que en mi causaba su hermosura.
Apenas llegamos al bosque puso su caballo al galope. Yo hice como ella y la seguí. Cuando advirtió que le iba a los alcances aceleró la marcha, fustigó a su caballo y sin motivo lo lanzó a escape. Tomé el mismo aire que ella y cuando ya la alcanzaba, hizo un nuevo esfuerzo que me dejó atrás. Aquella persecución irritante, desenfrenada, me puso fuera de mí.
Las voces de los labradores que pasaban a lo largo de las paredes del parque nos sacaron a los dos de un apuro real, la duda de callar o reanudar una conversación truncada. He aquí la hora de bajar dijo Domingo, y le seguí hasta la granja en la cual todas las tardes a aquella misma hora tenía cuidados de vigilancia que llenar.
Te vi esta mañana en el «Metro», y me dije: «¡Atiza! ¿Qué busca La Choute por estos sitios?» Te seguí a lo lejos y te vi entrar en esta tienda. Como tenía prisa, no me acerqué a ti... Cumplí ya con mi obligación unas lecciones en este barrio , y al regreso he entrado para darte los buenos días.
Y bien, repuse: si nada te ha dicho esa mujer, ¿cómo sabes que yo la he dado dinero? Anoche, cuando usted se alejó con ella, apagué mi farol y me fui detrás: esperé a que saliesen ustedes del café, los seguí y vi que entraban en esta casa. Esta mañana cuando la señora Adela me enseñó dos papeles encarnados, cuando leí... ¿Sabes leer?
Serian ya las doce del dia, estaba desembarcado, y goberné al SE 1/4 E hasta las dos de la tarde que dí fondo en 5 brazas, á dejar crecer la mar para pasar un bajo y abalizarlo. Habiéndolo abalizado y reconocido, me hice á la vela, y seguí mi navegacion, gobernando al S 1/4 SE, hasta el anochecer que dí fondo en 41/2 brazas de agua.
Al amanecer me embarquè en la chalupa, y seguí reconociendo el rio aguas arriba, dejando òrden al piloto para que asimismo mudase el bergantin una legua mas arriba, siempre que tuviese viento favorable, por ser este mejor parage; navegué todo el dia, bajando varias veces tierra, por reconocer la calidad de ella. A la noche me acampè en una isla del rio, habiendo pegado fuego en toda su orilla.
Dia 7. Al salir el sol seguí mi marcha para el Rio Diamante, distante 5 leguas: llegué y acampé en él á las diez y media de aquel; y distribuyendo racion á la gente, segui para el rio Atuel, distante 16 leguas, que fue forzoso andar de trasnochada, por no haber donde refrescar la gente, ni pastorear los animales. Dia 8.
Seguí de nuevo adelante, sin retroceder, pero apenas lo hice, sentí los pasos ligeros y suaves, como un eco de los míos, que furtivamente resonaban detrás de mí. Había oído contar curiosas historias sobre locos que rondan de noche las calles de Londres y siguen, sin objeto, a los transeúntes, siendo ésta una de las diferentes clases de insanidad bien conocida por los alienistas.
No podré decir cuántos instantes se pasaron de este modo. Cuando los vapores se condensaron en la parte superior de las praderas más bajas, y los últimos horizontes comenzaron á borrarse en la sombra creciente, Margarita se levantó. ¡Vamos dijo á media voz, y como si una cortina hubiese caído sobre algún sentido espectáculo esto acabó! Luego, comenzó á descender y yo la seguí.
Palabra del Dia
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