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Actualizado: 28 de julio de 2025
Alborotábanse los peinados en el hueco de una puerta, en una encrucijada de corredores, al pasar de una banda a otra, dejando al descubierto los artificios y retoques de los añadidos, lo que las obligaba a preservar estos secretos capilares bajo un turbante de gasas.
Parece que es el sacerdote que le dio la primera comunión. ¿Y qué le dice usted que tan largo es? ¿Los pecados mortales? No, por cierto. Podían equivocarse de camino y... figúrese usted. Las cartas se pierden algunas veces. Enséñeme usted la carta, ¿quiere usted? No. ¿Tan graves secretos escribe usted a ese padre Jalavieux? Elena titubeó. No son precisamente secretos... ¿Qué son, entonces?
Llegó un tunante a la ciudad de Zaragoza, diciendo que sabía raros secretos de medicina. Entre otras cosas dijo que podía remozar las viejas. Muchas viejas del pueblo creyeron sus palabras. Llegaron pues un gran número de ellas a pedirle este 5 precioso beneficio.
En este momento comprendió la causa de su malhumor repentino. «La madre había hablado de las calumnias con que le querían perder... de las demasías de ambición, orgullo y sórdida codicia que le imputaban, de la influencia perniciosa en la vida de muchas familias que se le achacaba... pero ¿era todo calumnia? Oh, si la Regenta supiese quién era él, no le confiaría los secretos de su corazón.
-En fee de esa promesa -respondió don Antonio-, quiero poner a vuestra merced en admiración con lo que viere y oyere, y darme a mí algún alivio de la pena que me causa no tener con quien comunicar mis secretos, que no son para fiarse de todos. Suspenso estaba don Quijote, esperando en qué habían de parar tantas prevenciones.
Su ciencia, su poder y su ambicion, tanto como lo ha podido permitir su esterior grosero que encierra una esencia eterea, le han elevado sobre todas las criaturas formadas de un barro impuro. No ha aprendido en los secretos que ha querido penetrar sino lo que conocemos todos nosotros, esto es, que la ciencia no es una felicidad y que no conduce sino a otra especie de ignorancia.
Además, en esta carta de vuestro difunto hermano que me habéis dado, se dice que existe un cofre sellado. Sí; sí, señor. ¿Dónde está ese cofre? Le tengo yo. Traedme ese cofre esta misma noche. ¡Ese cofre, señor! ¿pero no sabéis que es un secreto? Para la Inquisición no hay secretos. ¡La Inquisición! exclamó aterrado Montiño.
Consideradas estas utilidades, han puesto por obra los medios más concernientes al fin pretendido, aunque por secretos juicios de Dios nunca se pudieron llevar á cabo, sino después de mucho tiempo, y eso sin fruto.
No, no; yo no tengo celos de tí, ni puedo tenerlos: primero, porque conozco tu corazón y tu altivez... tu virtud, más bien; segundo, porque si me importa mucho mi dignidad como esposa y como reina, no me importa tanto el poseer el corazón del rey. Te hablo ahora como te he hablado siempre, desde poco tiempo después de conocerte: como á una hermana. Entre nosotras, Clara, no hay secretos.
Por fortuna, era infinitamente más discreto que yo en aquellas circunstancias, y todo quedaba reducido a que cambiaran de madriguera los secretos que iban escapándose de la mía. Volví a las andadas por montes y barrancos, y hasta me parecían llanos y placenteros caminos y sendas por los cuales no andaba yo antes sino echando los pulmones por la boca.
Palabra del Dia
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