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Actualizado: 28 de julio de 2025


Todos están a las órdenes de V., señora marquesa. En aquel entonces, cuando el noviazgo, era mi Joaquina una moza de lo más selecto que se paseaba por Madrid, y servía de doncella a cierta dama de las más encopetadas, cuya privanza tenía por completo y todos cuyos secretos más íntimos poseía. ¿Y cómo se llamaba esa dama? La Exma. Sra. Condesa de Fajalauza.

No lo ... no lo ... antes de anoche... antes de anoche no encontraba yo á su majestad en su cámara... la buscaba... de repente me dejan caer el candelero de la mano, y una voz ronca, una voz que no pude reconocer, y que me dijo, no he olvidado una de sus palabras, no he podido olvidarlas: si queréis que nadie sepa vuestros secretos, noble duquesa, guardad vos un profundo secreto acerca de lo que habéis visto y oído esta noche.

El cambio continuo de los secretos y la confianza de todos los momentos, hará nulos los efectos del tiempo y del espacio y disminuirá el rigor de la ausencia. Ya hemos previsto que la calma de tu carácter, la dulzura de tus costumbres y la gravedad de tu espíritu, te asegurarán días tranquilos y apacibles, que las tempestades del mundo casi no alterarán.

¿Qué pensaba Marta en aquel instante, con la mirada clavada en el mar, grave, inmóvil y pálida como una estatua? ¿Qué negros fantasmas surgían ante ella de lo profundo de las aguas para trazar en su cándida frente las profundas arrugas de que estaba surcada? ¿Qué funestos secretos le soplaba la brisa en el oído?

¡Se tragó la parrtida! pensó el tío Frasquito . Mañana sabe todo Parrrís que no tengo dientes. Y afligido con esta idea, entróse atropelladamente en su cuarto, encendió la luz y corrió a asegurar la puertecilla de comunicación por la parte de dentro, temeroso de que el importuno vecino acechase sus secretos.

Yo todos los secretos de palacio dijo el bufón ; como que no hago otra cosa que ver y escuchar. Del mismo modo que he hecho que el rey vuelva á llamar á su alrededor á tus enemigos, puedo hacer que el rey los mande encerrar; y del mismo modo, duque, si quiero, puedo llevarte al patíbulo. ¡Al patíbulo! , por traidor al rey y por ladrón. ¡Ah! ¡ah! ¿y qué pruebas...?

Allá en los profundos rincones de los boudoirs y en los secretos conciliábulos políticos murmurábanse cosas extrañas.

De este libro, sin conocerlo, hablaba muy mal don Saturnino Bermúdez, cuando estaba un poco alegre, después de comer. Uno de sus secretos era, que «el Magistral merecía el nombre de sabio, pero no precisamente el de arqueólogo; nadie sirve para todo».

El Padre Ambrosio, en pago de la confianza que a Fray Miguel infundía, quiso mostrarse no menos confiado. Yo no puedo revelarte le dijo mi oculto saber. Se oponen a ello por sentencia unánime los iniciados y maestros. En el estado que hoy tiene la sociedad humana, divulgar mis secretos sería causa de una perturbación espantosa.

Allí, en poco tiempo, desarrolló maravillosa actividad y aptitud, granjeándose, al fin, el favor y buena voluntad de los impresores y del regente, que al principio tenían como de la mayor gravedad y trascendencia política su iniciación en los secretos del arte de Guttemberg.

Palabra del Dia

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