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Tal vez creyó que iban gendarmes con nosotros. Cuando entró, ruborizose un poco la aduanera. Es mi primo nos dijo. No hay temor de que éste se pierda entre la espesura. Díjole después algunas palabras en voz baja, señalándole el enfermo. Inclinose el hombre sin replicar, silbó a su perro y salió corriendo a todo escape, escopeta al hombro, saltando de peña en peña a grandes zancadas.

Fermín le encargó anunciase a don Luis que pasaría a verle así que terminase su comida, y cerrando la puerta del camarote se quedó solo con Rafael. Vamos, hombre dijo señalándole los platos: ponte de eso. Yo no como contestó Rafael. ¿Que no comes? Vaya... pasarás del aire como todos los enamorados... ¿Pero beber que beberás? Rafael hizo un gesto, como extrañando lo superfluo de la pregunta.

El hombre de mar metido entre las cuatro tablas de un vaporcito ribereño, es como el milano de las regiones australes, que se le encerrara en un jaulón de gallinas. ¡Capitán! ¿cómo se llama ese aparato de pesca? le dije señalándole una balsa que se veía en la orilla. No me contestó con marcada aspereza.

Acercósele Amaury y quiso besar su mano; pero Magdalena fingió no advertir su ademán a pesar de haber delante un espejo y señalándole a la costurera una arruga casi invisible del corpino, dijo: Hay que quitarla en seguida, porque, si no, tiro en el acto este traje y me visto con el primero que encuentre a mano.

Desde la cubierta de la goleta sólo se podía ver á corta distancia, y el conde trepó repetidas veces por las escalas de cuerda de la arboladura, para abarcar con sus ojos un espacio más extenso. Una mañana gritó desde lo alto al capitán, señalándole un punto del horizonte. Debía hacer rumbo en la misma dirección. Allí estaban los que él buscaba.

No, hombre de Dios o de cien Satanases; no es nada de eso replicó el de Boteros señalándole la silla . Esto es muy serio, repito a usted que es muy serio. Ya en ello la tranquilidad, la vida toda, el honor de un hombre de bien que jamás ha hecho mal a nadie, porque sepa usted, Sr.

Entonces Soledad, obedeciendo a un impulso involuntario, alteradas de súbito las facciones por la ira, cogió del brazo a Sacramento, y señalándole con la otra mano al niño que iba delante, dijo ásperamente: ¿No es inícuo que puedas salir a la calle con esa criatura y yo ni aun pueda decir que tengo hijo? Yo contestó la adúltera con la mayor naturalidad soy casada.

Separó un poco la silla de la mesa, se puso sesgada en su asiento, estiró una pierna, enseñó el pie, primorosamente calzado, y en verdad gracioso y pequeño, y como si se enjuagara con el Jerez y no pudiera hablar por esto, por señas empezó a interrogar a su marido, señalándole el pie que enseñaba, y después indicando con un dedo levantado en alto, que movía al compás de la cabeza, algún lugar lejano.