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La madre de éstos, D.ª María Rodríguez, buscando á los agresores y hallándolos en tierra de Portugal, adonde se habían refugiado huyendo de la justicia, tomó sangrienta venganza en ellos, cortándoles las cabezas y entrando con ellas triunfante en Salamanca.

Aún podría añadir a estos tipos originales muchos otros igualmente curiosos, igualmente locales, si tuviesen, como los anteriores, la peculiaridad de revelar las costumbres nacionales, sin lo cual es imposible comprender nuestros personajes políticos ni el carácter primordial y americano de la sangrienta lucha que despedaza a la República Argentina.

Gregorio General, principal ministro de la muerte del César Roger con mil caballos, dió principio al terrible y espantoso combate, oponiéndose á nuestra caballería, que iba á meterse entre los reparos que tenian hechos con los carros. Travóse sangrienta batalla, porque fueron las demás tropas de una y otra parte cerrando con la infantería.

Asi América gime entre cordeles Al rudo potro colonial atada, Seguida por la jauría de lebreles; Y exánime, y sangrienta y lacerada Corre, cae, se levanta y de laureles, Resplandece su frente coronada. Herido por un dardo en la pelea Epaminondas cae sobre su escudo, Abierto el pecho por el dardo agudo Que mata el cuerpo, pero no la idea.

El orgullo y el terrorismo, los dos grandes móviles de su elevación, lo llevan maniatado a la sangrienta catástrofe que debe terminar su vida. Tiene a menos evitar el peligro y cuenta con el terror de su nombre para hacer caer las cuchillas levantadas sobre su cabeza. Esta explicación me la daba a mismo antes de saber que sus propias palabras la habían hecho inútil.

Y lo decía con convicción, mirando al suelo con ojos extraviados, como si se viera ya sobre el pavimento, inerte, ensangrentado, con el revólver en la crispada diestra. ¡Oh, no! ¡qué horror! ¡Rafael! ¡Rafael mío! gemía Leonora abrazándose a su cuello, colgándose de él, estremecida por la sangrienta visión. El amante seguía protestando. Era libre.

Este cuadro representa al venerable monseñor Affre, al caritativo y valeroso arzobispo de Paris, herido gravemente por una bala en las barricadas del célebre arrabal de San Antonio, en Junio de 1848, y la bala que se ha extraido de la sangrienta y mortal herida.

Esta costumbre era tan general y absoluta, que nadie podía esquivar su imperio. La muerte bullía, pues, siempre en el fondo de estas intrigas amorosas; hasta la ofensa más ligera pedía sangrienta expiación, no bastando que sucumbiera el ofensor; la hija, la hermana ó la esposa, por inocentes que fuesen, eran arrastradas también en su caída.

Cuando la causa es grave... cuando una reina está á punto de ser horriblemente calumniada... ¿Qué decís?... No tembléis señora dijo Montiño desnudando su daga sangrienta y mostrándola á la dama. ¿Y qué es eso? Sangre de don Rodrigo Calderón. ¡Ah! exclamó con alegría la dama. ; la reina estaba amenazada. ¿Amenazada? ¿insistís en que yo soy... la reina?

en la niebla del recuerdo melancólica perdura desolada la memoria que en un vuelo de amargura reconstruye la sangrienta florescencia de tu duelo, no perturbe de tu llanto la corriente inagotable 10 la salmodia del tributo que se eleva inmensurable de la patria, en la piadosa gracia cándida de un vuelo.