Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


El P. Salví no contestó; hizo ademan de hablar y sin apercibirse de lo que hacía, se pasó por la frente la servilleta. ¿Qué le pasa á V. R.? ¡Es su misma escritura! contestó en voz baja, apenas inteligible; ¡es la misma escritura de Ibarra! Y recostándose contra el respaldo de su silla, dejó caer los brazos como si le faltasen las fuerzas.

¡Eso, puñales, eso precisamente, eso iba yo á decir,! exclamó el fraile-artillero pegando puñetazos en los brazos de su silla de caña; ¡eso, el puente del Capricho y los hombres de ciencia; eso iba yo á decir, P. Salví, puñales! Ben Zayb se quedó callado, medio sonriendo, bien sea por respeto ó porque realmente no supiese qué replicar, y sin embargo, ¡él era la única cabeza pensante en Filipinas!

Eran de un fulgor vivísimo aumentado tal vez por sus ojeras, y como abyssus abyssum invocat, aquellos ojos se fijaron en los profundos y cóncavos del P. Salví que los tenía desmesuradamente abiertos como si viesen algun espectro. El P. Salví se puso á temblar. Esfinge, dijo Mr. Leeds, ¡dile al auditorio quien eres! Reinó un profundo silencio.

¡Asesino, calumniador, sacrílego! repetía la cabeza; te acuso, ¡asesino, asesino, asesino! Y resonaba otra vez la carcajada seca, sepulcral y amenazadora como si absorta la cabeza en la contemplacion de sus agravios no viese el tumulto que reinaba en la sala. El P. Salví se había desmayado por completo. ¡Piedad! ¡vive todavía!... repitió el P. Salví y perdió conocimento.

Ben Zayb, á fuer de periodista, quería buscar una explicacion natural; el P. Camorra hablaba del diablo; el P. Irene sonreía, el P. Salví se mantenía grave. Pero, Padre, si el diablo ya no viene; nos bastamos para condenarnos... De otro modo no se puede explicar... Si la ciencia... ¡Dale con la ciencia! ¡puñales! Pero, escúcheme usted, voy á demostrárselo. Todo es cuestion de óptica.

Cruzáronse volantes y más volantes, hubo idas y venidas, dimes y diretes, juntas, cabildeos, discusiones, se habló hasta de insurreccion de los indios, de la indolencia, de razas inferiores y superiores, de prestigio y otras patrañas y despues de mucha chismografía y mucha murmuracion, el permiso se concedió y el P. Salví publicó una pastoral que nadie leyó sino el corrector de la imprenta.

¡Voto al chápiro! dijo, ¡Irenillo! , contestó Sandoval, le he visto dentro hablando con las actrices. En efecto, el P. Irene que era un melómano de primer orden y conocía muy bien el francés, fué enviado por el P. Salví al teatro como una especie de policía secreta religiosa, así al menos lo decía él á las personas que le reconocían.

Y para cohonestar esta pretension decía Ben Zayb: ¡Porque, figúrense ustedes! ¡si descubro la trampa del espejo delante del público de los indios! ¡Le quitaría el pan al pobre americano! Ben Zayb era un hombre muy concienzudo. Bajaron unos doce, entre ellos nuestros conocidos don Custodio, el P. Salví, el P. Camorra, el P. Irene, Ben Zayb y Juanito Pelaez.

Desde entonces había alimentado una manifiesta antipatía contra ese hombre que me había sido presentado con el nombre de Salvi, no porque yo mire con recelo y prevención a todo extranjero, como lo hacen algunos ingleses que participan tan neciamente de ese prejuicio insular, sino porque se había esforzado en prevenir a Blair contra .

Tuvo deseos de salvar á tantos inocentes, pensó escribir y dar parte á la justicia; pero un coche vino y bajaron el P. Salví y el P. Irene, ambos muy contentos, y como nube pasagera, se desvanecieron sus buenos propósitos. ¡Qué me importa? se dijo ¡que paguen los justos con los pecadores!

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando