Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de junio de 2025
El P. Irene aprobaba con la cabeza frotando su larga nariz. El P. Salví, aquel religioso flaco y descarnado, como satisfecho de tanta sumision continuó en medio del silencio. ¡Es que no hay ninguna laguna decente en este país! intercaló doña Victorina, verdaderamente indignada y disponiéndose á dar otro asalto para entrar en la plaza.
Hacía días que se puso mala y yo iba al convento para tener noticias. Mire usted, aquí esta la carta del P Salví que trajo el P. Irene. Capitan Tiago estuvo llorando toda la noche, besando y pidiendo perdon al retrato de su hija hasta que concluyó por fumarse una enorme cantidad de opio... Esta tarde han tocado sus agonías.
El P. Salví se encogió de hombros, y añadió con calma: No vale la pena pensar en lo que no puede suceder... Pero puesto que se habla de leyendas, no se olviden ustedes de la más bella por ser la más verdadera, la del milagro de S. Nicolas, las ruinas de cuyo templo habrán ustedes visto. Se la voy á contar al señor Simoun que no debe saberla.
El P. Camorra que tantas veces había descrito en el púlpito de Tianì las torturas y sufrimientos del infierno mientras se reía para sus adentros de las miradas aterradas de las pecadoras, se tapó la nariz; y el P. Salví, el mismo P. Salví que había hecho en el día de difuntos una fantasmagoría de las almas del Purgatorio, con fuegos y figuras iluminadas al transparente, con lámparas de alcohol, trozos de oropel, en el altar mayor de la iglesia de un arrabal para conseguir misas y limosnas, el flaco y silencioso P. Salví contuvo su inspiracion y miró con recelo aquel puñado de cenizas.
Doña Victorina pensaba habitar otra cueva é iba á decirlo cuando Simoun le quitó la palabra: Pero ¿qué opina usted de ello, P. Salví? preguntó al franciscano que estaba absorto en alguna meditacion; ¿no le parece á usted que su Ilustrísima, en vez de darle una cueva, debía haberla puesto en un beaterio, en santa Clara por ejemplo?
El P. Salví hizo un movimiento con la cabeza y miró extrañando la pregunta. ¿Pues no me había dicho usted que ambos edificios se levantaron obligando á los pueblos á trabajar en ellos bajo el látigo de un lego? ¡Probablemente el Puente del Capricho se construyó de la misma manera! Y digan ustedes, ¿se sublevaron estos pueblos?
Una carcajada seca, sepulcral siguió á estas palabras mientras una voz ahogada respondía: ¡No! ¡piedad...! Era el P. Salví que rendido por el terror estendía ambas manos y se dejaba caer. ¿Qué tiene V. R. P. Salví? ¿Se siente mal? preguntó el P. Irene, Es el calor de la sala... Es el olor á muerto que aquí se respira...
Palabra del Dia
Otros Mirando