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Actualizado: 30 de junio de 2025


Esto sólo puede hacerlo una señora, una madre... Así que desde largo tiempo vengo aconsejando a mi hermano, y conmigo toda la familia, y no sólo la familia, sino cuantos amigos se interesan por él, que de nuevo tome estado, organice su casa sobre el pie que le corresponde y salve el decoro de la familia... Al fin, cediendo a mis reiteradas súplicas, y repito que no solamente a las mías, sino a las de todos sus parientes y amigos, tu papá ha pensado en dar a su casa una señora y a ti una mamá... Pero entiéndelo bien, Miguel, sólo por las razones antes apuntadas, no por otra alguna, tu padre ha consentido en tomar estado... ¿Te haces bien el cargo?....

Dos días después, al llegar una tarde al Departamento, tras quince días de facción en el Ministerio del Interior, se me comunicó que debía presentarme al siguiente en la comisaría , a cuyo personal quedaba adscripto. ¡Adiós vida regalona y tranquila! ¡Salve días oscuros y brumosos!

Si ello es cierto, si el Comendador está obcecado en sus impiedades, ármate de prudencia y pide al cielo que te salve. Procura también traer á tu tío al buen camino. tienes extraordinario despejo y don de expresarte con primor y entusiasmo. El Altísimo, además, se vale á menudo de los débiles para sus grandes victorias.

Sus lágrimas fueron jugo del alma, esencia del dolor, La calma de su hogar era ya como cristal roto y, junto a esta dicha perdida, hasta el amor de Paz le pareció una felicidad mezquina. Las Hijas de la Salve eran unas monjas que a fuerza de pedir limosnas y aceptar herencias consiguieron edificar un buen convento en las cercanías de Madrid, fuera de la puerta de Fuencarral.

En una de las salidas contra los prusianos hirieron á mi hombre, y le salvé la vida. Luego tuve que trabajar mucho para mantener á un marido inválido y á una hija única.... Mi marido murió; mi hija murió también, dejándome dos nietos.

En todas decía que rezaba cada noche por sus bienhechores. Contaba ciento y tantos santos abogados suyos; y en verdad que había menester todas estas ayudas para desquitarse de lo que pecaba. Acostábase en un aposento encima del de mi amo, y rezaba más oraciones que un ciego. Entraba por el Justo Juez y acababa con el Conquibules que ella decía y en la Salve rehila.

Por dos veces había apartado rudamente a uno de los portadores de la camilla, queriendo ayudar a su conducción. El marqués le miró con simpatía. Debía ser alguno de aquellos hombres del campo que estaban acostumbrados a saludarle en los caminos. ; una desgrasia grande, muchacho. ¿Y cree usté que morirá, señó marqué?... Eso se teme, a menos que no lo salve un milagro. Está hecho porvo.

El mejor obsequio que se puede hacer a un forastero después de beber unas copas de ron y marrasquino, es llevarle a la Casa de fieras y pasearle un buen rato en torno de la jaula de los micos. «Anda, anda, que Grabiel bien se divierte por allá por Madrid... no se esté con cudiao por él, tía Rosa... toa la tarde se la pasa mira que te mira a los micos en un sitio que llaman la Casa de fieras, que le digo, así Dios me salve, que no hay otra cosa que ver en Madrid

Mira si tendrá malas ideas... Luego dice que se salva. ¡Como no se salve esa...! Me ha dicho Severiana que cuando delira fuerte, siempre se sale con eso, con que va a sacar del Sagrario la custodia y a guardarla en su baúl, o qué yo qué.

El señor Juan servía á las casas más importantes, por la confianza que inspiraba su pericia. Jamás había averiado los géneros con un mal tropiezo en los innumerables bajos de la ría ó en la vuelta de la Salve; conocía las aguas palmo á palmo, y siempre que había que hacer el salvamento de alguna gabarra perdida, le llamaban á él.

Palabra del Dia

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