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Actualizado: 7 de junio de 2025


Francisco Zurbarán Salazar, natural de Fuente de Cantos, en Extremadura, vecino de Sevilla, residente en Madrid desde Junio de 1658, y dijo que le conoce hace cuarenta años, y que conoció a sus padres, que eran gente muy principal; que en la familia de Velázquez había habido familiares de la Inquisición; que a los padres, que conoció, los vio siempre tratarse con mucho lustre y estimación y lo mismo oyó de los abuelos; que no ha tenido tienda ni ejercido el oficio de pintor más que para S. M., y que si hubiera algo en contrario lo supiera por haber muchos años que conoce al pretendiente y a sus padres.

Mas no siendo la cosa bien pensada, Sucede contra el voto, y lo pensado, Y luego se atribuye al triste hado. El buen hado es Divina Providencia, Servir el hombre á Dios con mucho tino, Poner en todas cosas diligencia, Y no faltar en medio del camino. Si Salazar tuviera la advertencia Que aquí digo, bien cierto yo imagino Que no murieran nueve, que pensando No haber peligro, iban caminando.

Alegre es por allí y de frescura, De muchas arboledas muy umbroso: Con islas que hay en él de hermosura Estraña, y parecer muy deleitoso. Entra aquí Pilcomayo que, vertiendo Sus aguas, del Perú viene corriendo. Cuatro leguas arriba está situada La gran ciudad, antigua y populosa, Que es dicha la Asumpcion, que fué poblada, Por Salazar en era muy famosa.

Eugenio de Salazar refiere años después que el capitán, maestre y piloto comían en una mesa; todos los demás lo hacían en cubierta sobre un pedazo de lona que más que de mantel servía para no manchar las tablas. Los marineros tenían platos grandes de madera en común y una gaveta de lo mismo para el vino.

Que lo último ocurriera no era raro por ser incumbencia de los pajes, muchachos de pocos años, la vela, y cuando no se dejaban vencer del sueño, buenas sacudidas daban al instrumento porque la arena corriera y se acabara más presto su guardia. Cantaban al punto un estribillo de que Eugenio de Salazar nos ha conservado memoria, y se picaba la hora en la campana .

Los indios, que esta gente aquí mataron, Payaguaes se dicen, belicosos: A muchos en mi tiempo cautivaron, Y yo tambien lo fuì de estos furiosos. Salazar, y los otros que bajaron Poblaron en el puerto muy gozosos. Las familias aumentan con sus hijos, Y se entregan

La historia nos dice, que todo el ganado que hay, desde aquí al rio de la Plata, desciende de siete vacas y un toro que trajo mi paisano Juan de Salazar. Dicho Sr. Flores, hablando de esto, tiene por imposible la prosperidad del ganado en dichos lugares, alegando otras razones; y los de Curuguatí, que son vecinos y de la misma calidad, no pueden mantenerlos.

9 El dichoso en Zaragoza, del Dr. D. Juan Pérez Montalbán. 10 Los bandos de Luca y Pisa, de Antonio de Acevedo. 11 La playa de Sanlúcar, de Bartolomé Cortés. 12 Origen de Nuestra Señora de las Angustias y rebelión de los moriscos, de Antonio Fajardo y Acevedo. 1 Juegos olímpicos, de D. Agustín de Salazar. 2 El mérito es la corona, del propio autor. 3 Elegir al enemigo, del propio autor.

Desgraciadamente no se mantiene hoy en su primitiva pureza de estilo esta joya artística, porque se renovó siendo gobernador del obispado D. Pedro de Salazar y Góngora en el año 1735, y entonces sin duda alguna se le añadieron algunas piezas de mal gusto que es lástima la desfiguren.

Todas sus obras se imprimieron por Vera Tassis, á quien ya mencionamos como editor de las de Calderón, en dos volúmenes , conteniendo el segundo las comedias. Salazar es tildado ordinariamente de imitador de Góngora.

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