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Actualizado: 16 de junio de 2025
Todo cuanto dice, se reduce á lo siguiente. «No es para omitir la antigua fábrica del castillo ó fortaleza que hay fuera de los muros de esta ciudad, que llaman la ALJAFERÍA. Se conservan en él varias salas del tiempo de los reyes de Aragon, entre las cuales es muy particular la mas grande por sus labores de oro y azul, anditos y techumbre, destinada como es de creer para celebrar funciones.
Las damas no retrocedieron, al poner las delicadas plantas en él, de vergüenza. El médico, que se había encargado de demostrarlo, las introdujo en las salas, y puso ante su vista el cuadro espantoso de la miseria humana. La mayor parte de los infelices enfermos estaban vestidos y sentados, unos sobre las camas, otros en sillas.
¡Inmutable ley es, que el corazón no dejará de latir mientras haya vida! ¡La tisis ocupará siempre un rincón en las salas de incurables! Los médicos que asistían á Lola, comprendieron bien pronto que la terrible enfermedad se incubaba en su vida. La ciencia creyó que lo mejor para la enferma sería el campo y las puras y frescas brisas.
En las salas privadas del Casino besa manos llenas de arrugas y hace reverencias ante una porción de momias horribles con nombres antiguos y famosos. Unas le llaman simplemente «coronel»; otras se lo presentan con el título de «ayudante de campo del príncipe Lubimoff».
Y se había metido en las salas de juego, lugar vedado á los oficiales. No podía el coronel hacerse ilusiones sobre la duración de este momento, á pesar de que iban transcurridas cerca de dos horas. Después de separarse de los capitanes, encontró á Lewis en una mesa de «treinta y cuarenta», teniendo ante sus manos un montón de placas de mil francos.
Los cortesanos que habían sido fieles a la persona, pero que no simpatizaban con las ideas, se preparaban a abandonar la casa. Las salas, las galerías, las cámaras, estaban llenas de corrillos.
Esta infanta se presenta como viva al que habiendo leido su historia, recorre el palacio de la ALJAFERIA. ¿Y los Reyes Católicos D. Fernando y Doña Isabel pueden dejar de verse en unas salas que ostentan su magnificencia?
La verdadera escuela debe ser la naturaleza libre con sus hermosos paisajes para contemplarlos, con sus leyes para estudiarlas, pero también con sus obstáculos, para vencerlos. No se educan hombres animosos y puros en salas estrechas con ventanas enrejadas.
Sería menester buscarlas en las salas de algún hospital, no ocurriéndose á nadie que puedan encontrarse en otra parte. Pero ¿quién diablos daría su dinero por ver y oir á cómicas feas y groseras, cubiertas con malos trajes, y sin saber cantar, ni bailar, ni representar? ¿Serían éstas actrices ó espantajos?
No se mudó el Casino y siguió remendando como pudo sus goteras y demás achaques de abolengo. Tres generaciones habían bostezado en aquellas salas estrechas y obscuras, y esta solemnidad del aburrimiento heredado no debía trocarse por los azares de un porvenir dudoso en la parte nueva del pueblo, en la Colonia. Además, decían los viejos, si el Casino deja de residir en la Encimada, adiós Casino.
Palabra del Dia
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